Desde que en  1561 Felipe II trasladó la sede de la Corte a Madrid con el consecuente ennoblecimiento de la villa  - patente en edificios suntuosos, fuentes y salidas de recreación -  se venía considerando  la conveniencia de mejorar el aspecto de la Plaza Mayor  ya  que, por la antigüedad de los edificios, estaba defectuosa.

No era tarea fácil.  Los edificios estaban repletos de vecinos  y la plaza era el mayor centro comercial de la ciudad dónde estaban aposentados tantos mercaderes  que era difícil cosa quitarles sus tiendas, almacenes y sitios convenientes al trato. Además había que considerar la gran costa que era forzoso hacer en derribarla toda junta y volver a edificarla. Hechas las cuentas, se resolvió empezar las obras en 1617. Una vez trazados los planos, se comenzaron a cortar los edificios con tanta brevedad que en muchas casas aún se estaban los vecinos en la mitad y la otra mitad estaba ya cortada...

En el breve espacio de dos años se reedificó de nuevo una máquina admirable, vistosa y rica que no se tiene noticia haya otra en el universo como ella.

Situada en mitad de la villa, algo más inclinada al poniente, se mejoró ampliamente la calidad de las edificaciones con cimientos de entre 30 y 40 pies, pilastras de sillería  con pedestales, basas y cornisas hechas de trozos sobrepuestos  de piedra que llaman berroqueña o de grano por ser llena de manchas negras muy menudas que se trajo de las canteras de Becerril y Cercedilla?, a unas 9 leguas (más de 40 km) de distancia. 

En todo el perímetro se dejaron portales de 14 pies ( de ancho) para hacer paso común del pueblo y para que las tiendas de todas las mercaderías estén debajo cubiertas.

Las casas se construyeron con cinco suelos, contando el del soportal, hasta los  terrados....cubiertos todos de plomo de casi un dedo de grueso con canales maestros de latón. 

Abundante piedra, ladrillo colorado, rejas, barandas y balconadas de hierro, pizarra en el tejado de las torres rematadas con globos grandes de metal dorado y cruces encima, madera de diversas calidades y otros materiales, además, por supuesto, de  la pericia de arquitectos y oficiales dieron como resultado un extraordinario conjunto urbanístico rematado en tiempo record. 

El coste total ascendió a la nada despreciable cifra de 708.500 ducados sin contar las obras de la panadería que costó más de 100.000. Una inversión importante que se recuperaría con el tiempo. Considerando que el aforo total de la plaza se estimaba en 50.000 personas que,  unas con otras, gastarían en ventana, tablado, meriendas y colaciones  unos 10 reales por cabeza, se moverían unas cantidades entorno a   500.000 reales o lo que es lo mismo 45.454 ducados. En cada una de las numerosas fiestas.

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