Diego Centeno era acusado por su suegra, Dña María de Castro, de haber muerto a puñaladas a Dña Francisca, su legítima mujer, estando preñada. Eran vecinos de Salamanca. El autor del crimen se daba a la fuga ayudado por Juan Centeno (su padre?), Francisco López, Juan Gómez y Juan Díez, su mozo de espadas. Al encontrarse en paradero desconocido fue juzgado en rebeldía y el 24 de septiembre de 1531 el licenciado Espinar, corregidor y juez de residencia de la ciudad de Salamanca, pronunciaba la sentencia que en 20 de junio del año siguiente era ratificada por el Tribunal Supremo de entonces (Chancillería de Valladolid) y se convertía en definitiva o firme sin posibilidad de apelación. Tras escuchar los pertinentes testimonios, el tribunal consideró culpable a Diego Centeno de haber dado muerte segura y alevosamente a su esposa. Se redactó una orden para detenerlo en cualquier ciudad, villa o lugar donde fuese visto y...
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