La joven Ana de Austria emprendía desde Viena, su lugar de residencia, el largo periplo con destino a España, donde iba a ejercer de reina, al haberse desposado por poderes con su tío Felipe II . Para el rey eran sus cuartas -y últimas- nupcias en busca del ansiado heredero varón. El itinerario se trazó por el Rin hasta la frontera de los Países Bajos, donde Ana sería recibida por el duque de Alba a mediados del mes de agosto de 1570 . Aún faltaban un par de meses de viaje en barco desde Flandes hasta Laredo, donde al final se produjo la arribada. Había que equipar los barcos y abastecer sus bodegas como era menester para que la real viajera y su séquito gozaran de la mayor comodidad sin abandonar la pompa. Cortinajes de seda, almohadones, ropas fastuosas, perfumes, joyas y viandas al gusto de la ilustre dama componían, junto al mobiliario y los propios caballos de la reina, el extenso ...
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