La necesidad de conservar los alimentos para ser consumidos fuera de temporada es tan antigua como las propias civilizaciones. Sabemos que el secado (deshidratación) fue una de las técnicas más antiguas y efectivas. La elaboración  doméstica de conservas y el salazón siguen demostrando muy  buenos resultados a través de los siglos.

En el Archivo Histórico Nacional se encuentra un manuscrito que perteneció  a la casa de Osuna.  Carece de fecha y datos concretos y se trata de un fragmento de un inventario de bienes. Sospecho que tal inventario se llevó a cabo  con motivo del  fallecimiento de la hija de Juan Téllez Girón, Magdalena Girón -nacida en 1545-, de cuyo óbito desconozco la fecha exacta.

Pues bien, en el documento referido se describen, además de otras muchas cosas, los utensilios y existencias que se encontraron en un aposento conocido como la conservería, que puede darnos idea de los alimentos que se sometían a procesos de conservación y de los recipientes adecuados (siempre teniendo en cuenta que corresponde a una casa privilegiada no siendo,  por tanto, un documento representativo de los usos de la masa social predominante).

Ollas, cántaros, cantarillas, cajas de hoja de lata, ollas vidriadas, ollicas de vidrio, torteras y calderas de cobre, cazos, anafes, sartenes de hierro, badil, tenazas .....y vidrios para echar conservas.  Dos pilones de azúcar, ...canela, pimienta, clavos,...azúcar rosada,.....manteca (en olla) y mucha cantidad de miel. Todo ello para elaborar y guardar: 

 Confites, canelones de canela, peras y limones cubiertos de azúcar, ciruelas de Málaga, orejones, cerezas, guindas, cidra, melocotones, ciruelas, cascos de limones ......en almíbar, mermeladas, naranja, arrope, jalea, limón añejo, bocados, tajadas y  tajadillas de melocotón, calabazate, cuartos de membrillo........Longanizas, morcillas, lomos y chorizos en ollas con aceite..., una tinaja con once quesos añejos.....Y un libro de FLOS SANCTORUM (segunda parte) que, a buen seguro, tenía su utilidad para entretener los dilatados tiempos de cocción. 

La propia reina Isabel I, la Católica, enviaba desde Granada (30 de septiembre de 1501) una cédula  a Alonso Ramírez de Villaescusa, corregidor de Valladolid, en estos términos:

He sabido que el conde de Ribadeo tiene una esclava que sabe muy bien hacer conservas.......Os mando que de mi parte le habléis para que os dé la dicha esclava.....,que la mandaré pagar a su voluntad......Tened manera cómo no la pueda esconder......Y (si) no os la quisiere dar e os pusiere alguna dilación.........., tomadla vos y me la enviad donde yo estuviere.....

Así de cotizadas estaban las buenas conserveras. No es de extrañar, las conservas bien hechas eran y son un seguro de vida.







Comentarios

Entradas populares