Reinando en España Felipe III, se elaboró el borrador de un decreto que pretendía publicarse sobre  "la inconveniencia de que los frailes hablaran con las monjas".

Tal proyecto  parece que no era del agrado del propio clero, quien, a través de una comisión de religiosos, redactó un documento en contra de la publicación de tal decreto, aduciendo razones tan  poderosas  como curiosas, que paso a resumir.

El estado eclesiástico es mas perfecto que el estado seglar, esto significa que es menos susceptible a sucumbir a las debilidades de la carne. Además, si llegan  a prohibirse las conversaciones entre religiosos de distinto sexo, será un motivo de contento para los herejes,  quienes considerarían justificado su odio a las religiones.

Por otra parte, el comportamiento inadecuado o el trato ilícito y pecaminoso de un clérigo, no significa que todos los miembros de la congregación  obren del mismo modo.

Sabido es que las monjas pobres se sustentan gracias a las limosnas de sus parientes y de religiosos varones que gozan de  congrua  suficiente. Si la  Corona prohíbe que unas y otros se relacionen, las religiosas se verán privadas de parte de esa limosna que reciben para su manutención.

Y por último, la razón  que, a todas luces, parece tener mayor importancia: .....Las monjas, por ser mujeres, son frágiles,  y con facilidad se desconsuelan y afligen. Y estando ellas lastimadas de algún dolor y pesares, se les aumenta la desconsolacion con el encerramiento y clausura; y así tienen necesidad de exhortaciones, consuelos y pláticas espirituales. Y este oficio, en particular, ejecutan los religiosos letrados y predicadores. Y privar a las monjas de este grande bien, con el entredicho del habla de los frailes, es gran inconveniente.....


Desconozco si las razones alegadas consiguieron que el borrador del decreto se quedara solamente en eso, en borrador.

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