La controversia acerca de las corridas de toros no es nada nuevo. En 1786 el Consejo Real encargó a la Academia de la Historia elaborar un informe sobre los juegos, espectáculos y diversiones públicas. Gaspar Melchor de Jovellanos cumplió con el cometido y en 1790 envió a los peticionarios su informe final manuscrito que incluye algunas reflexiones interesantes que paso a resumir.
Alanzar, bohardar y lidiar toros es una vieja costumbre. En las Partidas de Alfonso X ya se recoge como espectáculo o juego público, aunque en la Ley 4ª de la Partida 7ª del Título de Los Infames se hace referencia a que este arte es ejercido por personas viles, pues cuenta entre los infames a los que lidian con bestias bravas por dinero.
Hay constancia de que a Enrique III se le agasajaba en Sevilla con espectáculos taurinos que, al parecer, eran también del agrado de su hijo Juan II.
Sin embargo, cuentan los cronistas que Isabel la Católica quedó tan horrorizada al presenciar uno de estos festejos, que pensó en prohibir su celebración aunque algunos de sus consejeros y otros personajes relevantes de la corte eran auténticos apasionados de la fiesta. El asunto fue objeto de debate en su momento y, al final, se optó por una solución intermedia que pasaba por permitir los espectáculos taurinos con la condición de que los cuernos del toro se enfundaran dentro de otras astas vacías, colocadas con las puntas hacia adentro para que no pueda resultar herida penetrante.
Los tiras y aflojas se sucedieron a lo largo del tiempo hasta que Carlos III, el monarca Ilustrado por excelencia, decidió proscribir definitivamente este espectáculo, no sin causar profundas disensiones y airados debates entre sus Consejeros.
A este respecto, Jovellanos asegura que es vergonzoso que este punto se haya presentado a la discusión como un problema difícil de resolver. Los toros no han sido jamás una diversión, ni cotidiana, ni muy frecuentada, ni de todos los pueblos de España, ni generalmente buscada y aplaudida. En muchas provincias no se conocieron jamás........Se puede calcular que de todos los pueblos de España, apenas la centésima parte habrá visto alguna vez este espectáculo. Cómo, pues, se ha pretendido darle el título de "diversión nacional"?.
.......Creer que el arrojo y destreza de una docena de hombres criados desde su niñez en este ejercicio, familiarizados con sus riesgos y que, al cabo, o perecen o salen estropeados de él, se puede presentar a la misma Europa como un argumento de valor y bizarría española, es un absurdo. Y sostener que en la proscripción de estas fiestas.......hay el riesgo de que la nación sufra alguna pérdida real....es, ciertamente, una ilusión, un delirio de la preocupación.
Es, pues, claro, que el Gobierno ha prohibido justamente este espectáculo.....
esto es dinamita en las manos de los antitaurinos, muy interesante, yo, sin poder calificarme de aficionado, pues practicamente nunca voy a las corridas de toros, me gusta y lo respeto, por estetica y como tradicion cultural, aunque ahora me resulta mas difícil....la verdad
ResponderEliminarEs algo que yo desconocía por completo. He sido muy aficionada; ahora no. Me parece interesante que sepamos cosas de nuestra Historia, además, encontré este manuscrito en un momento muy oportuno....
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