Las jornadas  cinegéticas constituyeron una afición  común a los Austrias y a los Borbones. Para que un día de caza fuera exitoso, nada como  cobrar alguna pieza, cosa que quasi se garantizaba acotando términos para que, en ellos, solamente el Rey y los cortesanos elegidos pudieran practicar la referida actividad.

Por eso mismo, Carlos I se pronunciaba en estos términos...Para nuestra recreación tenemos vedada la caza y corta de montes de los bosques de Segovia...

Y así, ordenaba......que nadie sea osado de cazar ni matar oso ni puerco ni venado ni corzo ni ciervo ni gamo.  La orden se refería también a  las especies de caza menor ..... liebres, conejos, perdices y otras aves de volatería............. Igualmente quedaba  prohibido cazar con perros  y  hurones,  colocar cepos, trampas y otros armadijos,  así como llevar   escopeta ni arcabuz ni ballesta, dentro de dicho bosque.

Las sanciones variaban según la especie capturada y, desde luego, si el infractor era reincidente podía ser condenado a galeras, desposeído de todos sus bienes y desterrado.

La tala de arboles y ramas para la construcción o para utilizar la madera como combustible, era otra actividad prohibida ......Que ninguna persona sea osada de cortar roble fresco, ni acebo en los  pinares y montes de Valsaín........ni arrancar  ni descortezar ni sacar de cuajo......A  quien contraviniera las ordenes, además de requisar sus  herramientas y aperos, se le imponía una multa de  180 maravedíes si se cortaba un fresno o un roble, y de  600 maravedíes si la especie talada era un acebo.

De igual manera se anunciaba la veda para  la pesca de  truchas y peces en los ríos y arroyos que atravesaban los bosques. La sanción era de 2000 maravedíes por desobedecer la orden durante el día y de 4000 si era durante la noche.

Pedro de Malpaso, alcaide de los bosques en el momento de redactar el documento (Madrid 6 de mayo de 1541), sería el encargado de velar por el cumplimiento de lo mandado, nombrando  para ello, cuantos guardas  o vigilantes considerase necesarios.


(Hay constancia de que los pinares de Valsaín  se explotaban  ya, comercialmente,  en 1493).

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