D: Rodrigo Calderón,  valido del valido (Duque de Lerma) de Felipe III,  por méritos propios se constituyó en paradigma  de la corrupción,  ambición desmedida y falta de escrúpulos. Su trayectoria, en este sentido, le condujo a un trágico final a una edad temprana.

De gustos refinados y caros, amante de las joyas y de las obras de Arte, no dudó en  solicitar recompensas  a todos aquellos cuyos negocios crecieron de forma exponencial gracias a la alargada sombra de D. Rodrigo.

Cadenas de oro, corona, cadena, doscientos botones y dos rosas de diamantes, retablo pequeño de bronce ...para encima de un escritorio, cuadros de Rubens, libros, dinero, objetos de maderas exóticas y nácar, un escritorio de ébano con flores de oro y piedras diferentes,  ropa blanca, chapines, vestidos de las mas ricas telas, como los que le confeccionaba con sus propias manos la Marquesa del Valle, un tiro de caballos frisones rucios para su coche.... son algunos ejemplos de la rentabilidad económica privada que le producía su cargo en la función pública.

Tampoco hacía ascos a regalos mas prosaicos (miel, aceite, conservas...) siempre que fueran de calidad superior.

Los Condes de Chinchón, el Conde de los Arcos, la Marquesa del Valle o el Conde de la Cocentaina fueron algunos de los que entraron en ese círculo vicioso entorno al valido, esa  burbuja de negocios ilícitos que acabó por explotar. 

No sé si porque las exigencias de Calderón eran abusivas y cada vez más difíciles de cumplir o porque, de repente, sufrió una catarsis y entró en estado de honradez suma, el Conde de la Cocentaina confesaba a su amigo D. Lorenzo de Mendoza que, con ocasión del acompañamiento de Rosa, dama de la Princesa Nuestra Señora, había tenido, al pasar por Santo Domingo el Real, vehemente tentación de dar de puñaladas a D. Rodrigo  por causa conocida de los daños, mal gobierno y latrocinios introducidos en estos reinos......



Nada nuevo bajo el sol en el  siglo XXI, igual que en  1614.....



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