La Princesa de Éboli, Ana de Mendoza y de la Cerda, pasó los últimos años de su vida recluida en  su palacio de Pastrana  (Guadalajara), en una especie de arresto domiciliario que le fue impuesto por Felipe II. 
Vivía acompañada por su hija menor y algunos criados. Los gastos en alimentos, medicinas, vestidos, leñas, salarios de asistentes o reparaciones,  eran fiscalizados periodicamente por orden del Rey.
Con algo más de cuarenta años y  diez partos (uno de ellos gemelar)  a sus espaldas, la  Princesa, triste y achacosa, recurría con frecuencia a los remedios que,  creía, podían devolverle algo del porte y del esplendor perdidos.

Tenía especial fe en un ungüento desopilativo del hígado que era, en realidad, una purga compuesta por agárico y cocimiento de malvas y malvaviscos, mercuriales y acelgas.
Conserva de escorzonera, agua de olor, ámbar gris, agua de amapolas, aceite de almendras, agárico, mirra escogida, aceite de alegría, agua de  llantén, conserva de Alejandría, aguardiente, láudano, ungüento blanco, jarabe de nueve infusiones, tabletas de manuschristi, sangre de drago, almizcle, pez griega, ciruelas pasas, rosas secas o ungüento sandalino  constituían  algunas de las fórmulas magistrales que  le dispensaban en la botica de Pastrana.  

No es de extrañar que  el  Sr. Soto, boticario de la villa, allá por febrero de 1586,  le reclamara el pago de 75.014 maravedíes, cantidad a la que ascendía la deuda que tenía contraída con el referido establecimiento por el consumo de productos en los dos años últimos (1584/1585). Ana de Mendoza juzgó desorbitada tal cantidad acusando al boticario de intentar estafarla.  Ante esta tesitura, se hizo  preciso  nombrar un mediador, un tercero en discordia, el Dr. Manuel Arrieta, quien, en efecto, hizo una rebaja considerable y fijó la deuda en 60.000 mrvs.


No era fácil acostumbrarse a un modo de vida austero y bajo control después de haber tenido a su alcance todos los lujos y caprichos imaginables.  Sirva como ejemplo el coste de uno de sus vestidos, 12.231 mrvs., para cuya confección  se necesitaron 23 varas de organza? más 13 varas de tafetán para el forro. 




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