Isabel de Castilla, la Reina Católica, mantenía relación constante con su confesor, asesor y confidente el Cardenal Cisneros?. En los años finales del siglo XV (1493?, 1495? o 1498?) ,la Reina hubo de ausentarse de Castilla  durante algún tiempo  para acompañar a su esposo Fernando II de Aragón a celebrar Cortes en Zaragoza. 

Isabel pedía, incluso suplicaba, consejo a su confesor acerca de todos los asuntos del reino y su gobernación así como de cuestiones mucho más íntimas y personales, lo que hace pensar en una estrecha relación entre ambos  y una querencia mutua. 

De los casamientos de nuestros hijos qué es lo que os parecería mejor, aunque de la Princesa no es de hacer cuenta porque está determinada de no casar. Y el Rey, mi señor, desde hará un año le aseguró de no mandárselo; y yo, desde antes, estaba en no mudar su buena voluntad....

Asegura la Reina  que el pasatiempo en que más huelgo  es escribir al clérigo. Lamenta el escaso tiempo del  que dispone,  lo que hace necesario mantener el contacto de aquí adelante, por mano de Fernando Álvarez.

 Había llegado a oídos  de Cisneros que en una fiesta, a la que asistía la Reina, se  habían cometido excesos  dignos  de  consideración y la reprende por elloDolida,  se disculpa y suplica que si en algo ha errado, se lo comunique para intentar subsanarlo  en  ocasiones futuras.

  Asegura que ni danzó, ni  tuvo intención de hacerlo. Los trajes nuevos no hubo en mí ni en mis damas.., es más, desde que está en Aragón no ha estrenado ....solo un vestido hice de seda y con tres marcos de oro, el más llano que pude.... Los vestidos de los hombres que fueron muy costosos, no lo mandé,  mas estorbe(lo)  cuanto pude.....El cenar los franceses a la mesa es cosa muy usada.....En las mesas de las salas, las damas y caballeros...que allí nunca son damas solas, que esto se hizo con los borgoñones,  cuando el bastardo y con los ingleses y portugueses.....y con más respeto que de los que vos convidáis a vuestra mesa.... 
De los toros sentí cuanto vos decís ......,luego allí propuse con toda determinación de no ir a verlos en toda mi vida, ni será aunque se corran y no digo defenderlos porque esto no era para mi solaz.

Confiesa  que  no le agradan los festejos....mi voluntad no solamente está cansada en las demasías, mas en todas fiestas por muy justas que éstas sean.

Refiere que desconoce la fecha del regreso a Castilla ...y en ésto, no oso mucho apretar  proponiendo lo que nos toca por lo que vos queréis.

Ruegoos que esta mi carta y todas las otras que os he escrito, o las queméis o las tengáis en un cofre debajo de una llave. Que persona nunca las vea para volvérmelas a mí cuando placiere a Dios que os vea.

Termina de escribir esta larga e interesante carta, seguramente días más tarde después de haberla comenzado, en  Zaragoza, 4 de diciembre y de camino a Castilla. Que ya no hay, placiendo a Dios, que detenernos. Que las Cortes  de aquí a ocho días tienen de plazo, y mejor vendría que no se acabasen y que no se quitase la Hermandad con que se hace justicia, y sin ella nunca se hace aquí. Yo, la Reina.
Ruego que a todo ésto me respondáis luego.



En la carta  no figura de forma explícita el nombre de Cisneros. Esa es la razón por la que pongo un interrogante al lado del nombre,  porque, aunque las probabilidades de que se trate él son muchas, no tengo plena seguridad.

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