Aquella intentona secesionista que protagonizó, además de otros colegas, el Duque de Híjar para desvincular el Reino de Aragón del yugo de Castilla, terminó con sentencias a muerte o a cadena perpetua para los cabecillas de la trama. Al Duque se le dio tormento y luego se le encerró en la cárcel de por vida.
Reinaba Felipe IV cuando se produjeron estos sucesos, allá por el año 1648.
D. Rodrigo de Silva Sarmiento de la Cerda Mendoza y Villadrando, que así se llamaba el de Híjar, tras sufrir el tormento, su integridad física quedó tan maltrecha que hubo que aplicarle, durante algún tiempo, remedios que le ayudaran a sobrellevar el dolor de las secuelas.
Pimeramente doscientas cincuenta unciones sin azogue con toda la fuerza posible. Mil y ochocientos baños de sebo lo mas caliente que sufrir se pueda, metidos los brazos hasta los hombros, estando mas de una hora en cada baño. Mil y ochenta sudores, sin otras muchas unturas y baños que no se cuentan por ser muchos. Cuarenta sangrías, las más por los codos por haberse mudado las venas con el daño que hicieron las mancuernas.
Y trayendo lo más del tiempo unas medias mangas en los brazos y unas manijas en las manos y unos zapatos con suelas de plomo, que todo junto pesa una arroba de plomo.
A pesar de la tortura, de la dureza del tratamiento y de las condiciones de los establecimientos penitenciarios de la época, D.Rodrigo vivió más de 15 años tras la sentencia condenatoria. Su confesor durante todo este periodo, el Padre Francisco de Gandía, de la Compañía de Jesus, enviaba al Rey una carta por encargo del reo, quien escribió de su puño y letra y firmó el mismo día que se le iba a dar el viático, en la cual proclamaba su inocencia y lo injusto de la sentencia.
El Duque de Híjar, Conde de Salinas y Señor de Belchite pasaba de ésta a mejor vida el día 10 de diciembre de 1663 en la cárcel de León.
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