En Madrid a 6 de enero de 1755 firmaba un tal  Dr. Andrés Piqueras ??  un interesante manuscrito que versaba acerca de la posible dolencia  que  D. Antonio de Ávila,  persona de cierto renombre, estaba padeciendo. 

El documento respondía a la consulta de otro colega, el  Dr. Francisco Ballejo, quien  por escasa praxis  o por buen criterio, quería contrastar opiniones antes de establecer el  diagnóstico definitivo.

El Dr. Piqueras, probablemente, contaba con mucha mas experiencia que su colega. Por eso, no dudó en afirmar que se trataba de una de esas  enfermedades  que acaecen a los recién casados cuando se entregan demasiadamente al uso del matrimonio, siendo, por lo visto, bastante común que vaya junta con algún daño del espinazo que bien pudiera ser dolor, calor o debilidad del mismo.

El malestar que sufría el enfermo se debía a  la desunión de las partes de los humores  (sangre y otros fluidos del cuerpo)......... La recomendación profesional pasaba por impedir  esa desunión en adelante.......lo cuál es fácil guardando moderación, según lo dicta la racionalidad, en las cosas de los casados....

Para lograr la curación,  el galeno prescribió la ingesta  de cuatro onzas por la mañana y otras cuatro por la tarde  del cocimiento amargo de la farmacopea bateana (George Bate) por espacio de 10 o 12 días. Si bien, al tratarse de una decocción de varias especies vegetales (centaurea, genciana, cardo santo, agrimonia.....),  habría que tener  la precaución de eliminar todas aquellas con  propiedades purgantes puesto que, en las circunstancias en las que se encontraba el paciente,  sería contraproducente y aumentaría su grado de debilidad  la administración de una purga.

Además, se le aplicaría diariamente una untura sobre todo el espinazo, o con el ungüento rosado de Galeno (pelos de liebre, aloe, incienso, sangre de drago, bolo arménico y claras de huevo) o con la caña de la vaca (tuétano) sin mezcla de ninguna otra cosa.

Como reconstituyente para lograr el total restablecimiento de D. Antonio de Ávila, le aconsejaba tomar caldos frescos de pollo y ranas. Y la víbora me parece que haría una cosa que se la habían de aplaudir todos los profesores inteligentes y el mismo enfermo. Por el alivio que con ello hallase lo había de agradecer
Así lo siento.




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