El prestigioso historiador William Robertson, Rector de la Universidad de Edimburgo y Cronista de Escocia, publicaba en el año 1777 su Historia de América, una obra de casi 2500 páginas en dos tomos de cuatro libros cada uno.

En el prólogo dejaba constancia de que las fuentes de las que bebía no eran los escritos de historiadores españoles sino otros  documentos, alguno de ellos inédito,  proporcionados por  personajes  de la política europea del siglo XVIII de la talla de Lord Grantham (embajador en España),  la Emperatriz de Alemania o  la propia Catalina la Grande de Rusia.

La obra, escrita en inglés,  traducida al español por don Ramon de Guevara, miembro de la Real Academia de la Historia,  en sus primeros capítulos trataba  del descubrimiento del Nuevo Mundo.

Juan Antonio Enríquez, a la sazón  ministro de Marina de Sevilla, examina el libro y  escribe indignado  al conde de Aguilas para comunicarle  que Robertson ha falseado la Historia con algunos apuntamientos intolerables,  enumerando uno a uno y página a página  todos los errores malintencionados.

Sin compasión, el autor hace gala de su aversión hacia nuestro país y arremete duramente contra  los españoles a quienes tacha de crueles y violadores de los derechos mas sagrados. Se deshace en elogios hacia Cristóbal Colon, cuyos conocimientos en materia de navegación eran muy superiores a los de los hermanos Pinzón.

Maltrata a Fernando el Católico, a quien acusa de ser parcial contra Colón, injusto y falto de palabra....siendo el Rey mas intrigante de la Europa. Con la muerte de Isabel se olvidaron todos los reglamentos encaminados a templar el rigor de la esclavitud.....Carlos V es el (rey) mas ambicioso. Satiriza a Felipe II graduándole de cortos talentos...y a Felipe III de debilidad en su administración y de inconsiderada superstición en la expulsión de judíos y moriscos. Injuria a la augusta casa de Borbón, reinante en España, suponiendo que no ha despuntado en talentos ninguno de su monarcas.

Atribuye la despoblación de las Indias, además de  a las nuevas enfermedades europeas,  a la mala gestión de la corona española, y en parte también  a las crueldades de los particulares debido a que los españoles en la paz los sujetaban a esclavitud  y en la guerra, sin poner límites a su encono,  los  trataban como a esclavos rebelados contra sus amos. 

Tampoco se libran de la crítica los religiosos, considerando inoportuna y perjudicial la fundación de conventos ....  Los religiosos que se presentan para las misiones son los que, no pudiendo sufrir la sujeción del claustro, aspiran a la libertad viajando a América, donde llevan una vida licenciosa que nada tiene que ver con la doctrina de las ordenes a que pertenecen.

Pinta a la Inquisición como nociva al adelantamiento de las ciencias.

Caracteriza por extraña unión de fanatismo y avaricia la forma en que los españoles  se repartían el tesoro  del inca Atahualpa. Escogieron el día de Santiago, patrón de España...y se juntaron a dividir los despojos de un pueblo inocente, adquiridos con engaños, extorsiones y crueldad...No escatima calificativos difamatorios  hacia  Cortés y Pizarro a quienes sitúa a los pies de los caballos.

Así las cosas, a instancia de José de Gálvez, se acaba prohibiendo la obra  en España y en las Indias mediante R.O. fechada  en 23 de diciembre de 1778.

Lo curioso de todo este caso es que  estando publicada ya la Historia de América y muy adelantada la  fase de traducción,  Campomanes escribía personalmente a Robertson una carta plagada de elogios hacia su labor investigadora y literaria y, lo que es más sorprendente,   para remitirle el título de Académico que la Real Academia de la Historia, con universal aclamación, me ha encargado dirigirle.....
Paradojas de la vida.



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