Catalina Enríquez de Ribera, mujer decidida y de carácter firme, escribía a Felipe III en 1621  una carta atrevida, sin  pizca de humildad, casi desafiante.  El fin, en este caso, justificaba los medios.

Catalina era Duquesa consorte de Osuna, su marido  Pedro Téllez-Girón y Velasco, tenía tras de sí  una amplia y exitosa trayectoria militar dedicada al servicio de la Corona  que, como es de suponer, había tenido sus recompensas.

Estaba Pedro Téllez  en Nápoles desempeñando el cargo de Virrey desde 1618  cuando  se produjo un serio problema diplomático entre la Corona de España y la República de Venecia, cuyas causas no vienen a cuento en este artículo. Hubo revueltas y algunos muertos.  El otrora poderoso Duque de Osuna, considerado culpable de instigar el conflicto, fue llamado por Felipe III para que regresara a Madrid y le explicara personalmente lo ocurrido. Pero eso no fue posible  porque el Rey fallecía el 31 de marzo de ese año de forma inesperada.  En los primeros días de abril de 1621,  por orden de Felipe IV, Téllez era hecho prisionero por cien alabarderos y por modo riguroso;....Y  fue, habiéndose sentado a comer, sin darle lugar a comer ni a nada...Era  Miércoles Santo.

 El nuevo Rey nunca cumplió el  compromiso de su padre de recibir a Pedro Téllez y escucharle, hecho que enfureció sobremanera a su esposa Catalina que no disimulaba  su enojo en esa carta dirigida a S.M., fechada en 1621, de la que paso a transcribir algunos fragmentos.

No quiero, por ahora, suplicar mercedes y gracias que, como son la moneda en que pagan los Reyes tales servicios, estoy cierta que tenemos segura esta partida...

Los enemigos de mi marido son los de la Corona de V.M..  Para su grandeza, pequeños gozques; para el Duque valiente, perros  que no contentos con ladrar contra su reputación, han podido dar con él en una cárcel...

El Duque de Osuna que rompió al Turco....., que venció y acorraló al Moro, que afrentó al Veneciano, que ayudó a castigar al Piamontés......, que pasó la caballería de V.M. ...por los estados del Papa.....,que ayudó al Emperador a recobrar los reinos de Hungría y Bohemia..., que asistió a los estados de Flandes con gente y dineros..., que restauró la quiebra de la navegación de Filipinas...,es el preso ...con nombradía de delincuente que ofendía a V.M.

Si él ha delinquido en la lealtad que debe al servicio de su Real Corona..., coraje tengo yo y sangre para con mis manos, si me fuese lícito, quitarle la vida...No habiendo en esto falta, como es imposible que la pueda hallar toda la malicia humana, no hay en el mundo delito que merezca esta prisión. Si debe el Duque, pague el Duque, que hacienda tiene él y dote yo para que V.M. quede satisfecho...

V.M. tiene a sus pies una mujer cuyos antepasados han acrecentado con su sangre mucho de su Corona; y algunos de ellos dádole más hacienda y más vasallos que heredaron de sus padres los de V.M. ( clara referencia a Hernán Cortés, conquistador de Nueva España, abuelo de la que escribe).

...Como tan fiel vasalla de V.M. siento  le quieran hacer perder el ministro mas importante para grandes cosas que tiene Rey en el mundo....Las naciones entre quien el Duque se ha puesto en tan aventajado lugar sirviendo a V.M., están a la mira esperando el fin de esta prisión...

...Y porque creo que el  dolor de mi corazón me habrá hecho atropellar algunas de estas razones, suplico a V.M. las vuelva a ver en este papel...

De nada sirvió la misiva, hay que decir que Pedro Téllez nunca tuvo la oportunidad de explicarse y fallecía en prisión pocos años más tarde, el 25 de septiembre de 1624 a las diez de la mañana.

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