Sabemos de la pesadumbre que acompañó a Felipe V al morir  su  primera esposa,  María Luisa Gabriela, en 1714. El monarca, de carácter débil y melancólico, se había visto también muy afectado en abril de 1711 cuando su padre fallecía en París de forma inesperada.

En ambos casos ordenó programar gran cantidad de actos religiosos  por las ánimas de los finados y como homenaje de su real persona a quienes tanto habían significado en su vida.

Toda la pléyade de cortesanos que pululaban a su alrededor, además de sentir el dolor por la pérdida, tenían que demostrarlo  llevando  luto  durante el tiempo que el soberano y/o sus asesores  estimaran  conveniente. 

Para ello,  se señalaron  unas directrices de obligado cumplimiento en cuanto al atuendo del personal.

El vestido ha de ser de paño, forrada la casaca de cosa de lana, con botones de paño y ojales de lo mismo, no llevando los bolsillos más que tres en cada uno y las vueltas de las mangas sin ninguno...pero  (en) toda la delantera de la casaca los mismos que se estilan...,sin que en la chupa haya  ningún límite más que ser los botones de paño y ojales de lo mismo, correspondiente en el color a la casaca....

La corbata y vueltas han de ser de cambray con un dobladillo de un dedo de ancho. 
La espada ha de ser negra. 
El sombrero ha de tener una toquilla que vulgarmente se llama "de humo" que la caída sea tanto como una corbata.
Las medias han de ser de lana.

Los funerales reales, de ordinario, se celebraban en la iglesia de San Jerónimo siguiendo un rígido protocolo:
Cúbrase con sus cortinas el altar mayor......La  capilla mayor  cúbrase de telas de oro, damascos o terciopelos negros. Y el resto de la iglesia  hasta la puerta, de paño negro. Y los suelos y bancos de embajadores, grandes y Consejos, de bayetas.

Con el fin de ampliar el espacio, era preciso quitar  la reja de la capilla mayor.  Una vez retirada, el superintendente de las obras reales  daba orden para que, en ese lugar, se armara un túmulo cubierto, sobre columnas dóricas, adornado con armas y trofeos y, a las esquinas, algunas agujas que llaman "capelardente", debajo del cuál se pone la tumba sobre cuatro o cinco gradas cubiertas con un paño rico.

En la parte de la cabeza había una cruz.  A los pies, una almohada sobre la cuál se colocaba  la corona, el cetro, el collar del Toison y la espada que representa la Justicia cuando el finado era un rey; si era  reina se colocaba  sobre la almohada unicamente la corona y el cetro.

Adornase el altar mayor sobre las cortinas, las colgaduras de la iglesia,  capelardente, tumba, hachas y  cirios del altar con escudos de armas y algunas banderas de diferentes colores con armas y trofeos...

Dentro del túmulo, en las cuatro esquinas, se ponen asientos para los obispos que dirigen los responsos  y también para  los diáconos que les asisten.

La cortina de S.M.se pone  al lado del Evangelio, cerca del altar de Nuestra Sra de Guadalupe, frente al túmulo.

El cuerpo de la iglesia, de la reja afuera, se cierra con vallas desviadas de la puerta principal veinte pies y de las paredes de los lados, tres pies.
Dentro de este recinto vallado se colocaban  bancos, a uno y otro lado,  para los miembros de los Consejos de gobierno. Éstos se aposentaban en  sus lugares  protocolarios, ocupando el primer banco de cada lado el Consejo de Castilla y el de Aragón. Detrás del de Castilla, el de la Inquisición......  Y así,  en el orden que sigue:

Consejo Real de Castilla                               Consejo de Aragón
Consejo de la Inquisición                             Consejo de Italia
Consejo de Flandes                                       Consejo de Indias
Consejo de Ordenes                                       Consejo de Hacienda
Consejo de Cruzada

La música se interpretaba  en   una de las capillas de la iglesia. Un mayordomo y los guardas de la puerta daban orden para que quien debía entrar, lo hiciera.

Estando todo prevenido y cada cuál en el lugar que le correspondía, bajaba S.M. a vísperas, el día antes...por una escalera que se ha hecho a tal efecto ...desde el palacio del Buen Retiro, que desemboca en una de las capillas de San Jerónimo el Real.


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