La falta de pan y la carestía del escaso cupo disponible,  motivaron el estallido de un motín en Madrid en abril de 1699. El precio del cereal alcanzaba máximos inasumibles y faltaban unos meses aún  para la recolección de la  cosecha que, de ser aceptable,  abarataría la materia prima.

Los disturbios y las protestas iban dirigidas especialmente contra el conde de Oropesa, Manuel Joaquín Alvarez de Toledo y contra el corregidor de la villa D.Francisco de Vargas Lezama (natural de Bilbao), a quienes el vecindario culpaba, por su mala gestión,  del elevado precio del pan que se llegó apagar  a 12 y 14 cuartos la libra, pese a su mala calidad  por ser del que en Madrid llaman "de cabezuela", que es el que se da a los perros.


El reinado de Carlos II daba  sus últimos estertores, el tumulto de gente encolerizada consiguió que se restituyera en el cargo de corregidor a D.Francisco Ronquillo y se cesara a Vargas Lezama  que, curiosamente,  había ostentado  antes el cargo de  corregidor y alcalde mayor del Adelantamiento de León (1687 y 1689).


Ocho  días después del motín, el conde de Oropesa y el almirante de Aragón aceptaban su  culpa, se calmaban los ánimos  y ambos salían de la ciudad desterrados.

 En el transcurso de los episodios violentos hubo detenciones y penas de prisión. En 1704 una mujer fue azotada por haberle perdido el respeto al corregidor de Madrid durante las protestas de abril del año referido.

De nuevo en poder de  D.Francisco Ronquillo la vara de la alcaldía, llegó a su noticia que en el entorno de  Albarracín y Teruel había trigo en abundancia. El propio rey rubricó varias  cartas fechadas en mayo de 1699  dirigidas al Consejo de Aragón para que, aunque este virreinato gozaba del fuero de  prohibir la extracción de  granos fuera de su territorio, acudiera en auxilio de Madrid con 7 u 8000 cahíces (40 celemines/ cahíz)  de trigo. 


Con el mismo argumento Ronquillo dirigía una misiva de su puño y letra al obispo de Teruel ..para que su señoría.... con el menos ruido que pueda hacerse.....disponga remitir luego a esta corte hasta cantidad de 8000 cahíces de trigo....que todo lo necesita el presente ahogo...con una tan lamentable falta de pan que puede ocasionar la última infelicidad .....Asimismo le comunicaba que previniera  todo género de  bagajes que lo porteen al real pósito de esta corte ....donde se satisfarían  los gastos sin un instante de dilación....Y si necesitare de 2 o 3000 doblones para empezar a comprar, se los remitiré con el primer aviso.


El obispo se prestó a conseguir el trigo y empezó ofreciendo 1000 cahíces de su obispado. Pero a los pocos días se excusaba alegando..... el trigo es tan poco el que se halla  en estos parajes...por haber ya sacado ...en breves días cantidades tan considerables que, para las ciudades de Zaragoza, Teruel y Daroca, he habido de contribuir ....porque no hallaban dichas ciudades trigo para el sustento de sus vecinos...

La cuestión resultó que  incluso los 1000 cahíces que había ofertado al principio con tanta generosidad, se redujeron a 600 fanegas alertando, además, al corregidor de Madrid de la mala calidad del cereal por ser trigo  centenero. 

Al final, como las autoridades del virreinato de Aragón ponían tantas pegas, desde Madrid se optó por abandonar esa opción y negociar con la provincia de Salamanca, con cuyas autoridades  se cerró  un acuerdo, en agosto de 1699,  mediante el cuál  se comprometían a suministrar  5000 fanegas de trigo puestas en la villa y corte, a razón de 44 reales/fanega. Nada que ver con el precio que pedían los de Aragón, 54, 60 y hasta 70 reales, sin contar el coste del transporte que cifraban en 12 maravedís por fanega y legua.


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