Con el fin de investigar la etiología de la fiebre amarilla que asolaba extensas áreas del Nuevo Mundo y especialmente la isla de Cuba, el gobierno de los Estados Unidos de América propuso crear una comisión de expertos para estudiar in situ la enfermedad que, por esas fechas, podía considerarse epidémica.
Para llevar a cabo el proyecto se solicitó licencia y colaboración a la monarquía de Alfonso XII. Era el mes de junio de 1879. Las autoridades españolas accedieron gustosas y destinaron una generosa partida presupuestaria al proyecto.
Cuando la comisión estadounidense llevaba casi tres meses en tierras cubanas, el gobernador de La Habana decidió nombrar otra comisión de expertos locales, militares y civiles, en disciplinas tan diversas como Arquitectura, Caminos, Puertos y Canales, Medicina, Farmacia, Minas.....para que se entendiese con aquélla y le suministrase cuantos datos y noticias necesitase relativos a su cometido.....Proponía, además, el gobernador que esa comisión mixta tuviera carácter permanente, con sede propia, escribiente y auxiliar de oficina y material de escritorio....
La idea no era mala pero, para ponerla en marcha, se requería autorización de instancias superiores puesto que suponía un coste económico importante que, al parecer, el negociado de Hacienda no estaba dispuesto a asumir alegando que .....Carece de objeto dicha permanencia que tendería a constituir un nuevo centro oficial cuya necesidad no se halla demostrada........Y que juzga de más rápidos y eficaces resultados una comisión poco numerosa.....de ocho individuos......que la nombrada por el gobernador de veintiún individuos.....
El negociado mantenía a buen recaudo el baúl de los dineros y además exigía.....que se ordene a la comisión que termine en breve plazo sus trabajos presentando la memoria que allí se encargaba que redactasen.....relativa a la conveniencia de sanear el puerto de La Habana para, de esa forma, reducir la incidencia de la enfermedad (16 de junio de 1880).
Para entonces el grupo de trabajo norteamericano, dirigido por el Dr. Chaillé, había regresado a su país e informado de las conclusiones de la investigación: .....La bahía de La Habana es un pantano de una milla de largo por dos tercias de ancho y treinta pies de profundidad, en el cuál son arrojados diariamente el drenaje de la ciudad, las impurezas de los mataderos y las de dos grandes hospitales infestados continuamente con la fiebre amarilla y enclavados en su misma orilla....Por tanto, la solución al problema pasaba por destruir las emanaciones pútridas que existen y han existido por más de una centuria en la bahía.....
A través del ministro plenipotenciario de España en Washington, el gobierno de EEUU agradecía a la corona española la colaboración prestada ....por estos actos de amistosa deferencia a los deseos de los Estados Unidos y de la hospitalidad a la ciencia tan característicos del gobierno de S.M.C. (Su Majestad Católica) (15 de enero de 1880).
Los Estados Unidos tenían fuertes vínculos comerciales con Cuba, donde habían realizado fuertes inversiones. La elevada incidencia de la enfermedad repercutía negativamente en las cuentas de resultados empresariales y ello apremiaba a encontrar una solución definitiva.
A pesar de que trataron de vender la iniciativa como un acto de responsabilidad .....tan ligado a los intereses de la ciencia ....como al bien de la humanidad....,lo cierto es que respondía a un interés mucho más prosaico aunque, sin duda, legítimo.
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