No sin razón se lamentaban los vecinos de la villa de  Brea de Aragón cuando, allá por el año 1681, hacían partícipe al monarca Carlos II de un asunto que podía convertirse en un problema de salud pública.

La distancia entre las villas de Brea e Illueca es de media legua. Inmediato a esta última  población discurre un riachuelo que sigue su curso descendiendo.....y sus aguas le suministran (a Brea) la bebida, sin tener otras para el preciso alimento...

...Los moradores y vecinos de Illueca, de un año a esta parte, en la ribera del arroyo han empezado a fabricar algunas tenerías para el aderezo de todo género de pieles....que   infectan de tal suerte las aguas que llegan a la villa de Brea  turbias y cargadas de todas las inmundicias pestilentes....

Tales molestias desencadenó la referida  actividad industrial que el médico local, Pedro Sarria y Vidal, hubo de redactar un informe desaconsejando el consumo del agua.

La santa iglesia metropolitana de Zaragoza, como señora temporal de la referida villa, se implicó decididamente  en el asunto de manera que llegó al Consejo de Aragón, disponiendo sus miembros que la dificultad  del tema requería de una resolución real. 

Con buen criterio el rey y/o sus secuaces, el 28 de julio de 1681, determinaron escuchar a los técnicos y someterlo a consulta del Protomedicato de esta corte.....para actuar en consecuencia.

Parece al Protomedicato que son claros y evidentes los reparos que  (el Dr. Sarria) hace en su discurso, acreditados con la más sólida medicina de griegos, árabes y latinos. Y también que serán malignas y aún pestilentes las enfermedades que procedieren a los que usaren de dichas aguas......,particularmente en los tiempos de estío y otoño en los cuáles apenas llevan caudal los ríos....; y más el Illueca que no es de los afamados que hay en Aragón, de tal forma que en tales estaciones  la corruptela del agua ha de ser de mayor intensidad  y fuerza en las operaciones de veneno contagioso y pestilencial...
Juzga el Protomedicato muy del santo celo de Su Majestad el que las tenerías de Illueca no subsistan sino que se cieguen......(12 de agosto de 1681).

Rubricaron el dictamen los doctores D. Gaspar Arango, D. Miguel de Alva y D. Juan de ? Azcona.

En esta ocasión se impuso el sentido común sacrificando la actividad industrial en aras del bienestar vecinal. 
Siempre hay algo que aprender  de nuestros antepasados, incluso del siglo XVII.

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