La puesta en marcha de la  real fábrica de sedas de la villa de Talavera de la Reina, creada durante el reinado de Felipe V, pretendía reducir  las importaciones de manufacturas textiles y por consiguiente la dependencia comercial de otros países de Europa.

 La falta de inversión privada en actividades industriales obligaba al Estado a poner el capital convirtiéndose así en empresario y controlador del manejo,  la producción y la venta posterior.

Nada más inaugurada, la dirección de la fábrica se encomendó a D. Juan Ruliere, caballero francés, que obtuvo el beneplácito real para  rodearse  de operarios de aquél país en tanto en cuanto los nacionales aprendían a desenvolverse en las instalaciones fabriles.

Los franceses afincados en Talavera planificaban su tiempo de ocio como mejor les parecía y con frecuencia organizaban banquetes para compatriotas.

En mayo de 1756, con ocasión de la festividad de San Matías, se celebró un convite en casa de monsieur Rocha, asistiendo al evento  Saponier (natural de Ginebra, de religión calvinista), Puliunur, Guinar, Chobe, Petinus (todos ellos dependientes de la real fábrica de sedas) y  Sonet (dibujante de la misma).

Después de bien comidos y mejor bebidos, con los ánimos templados se pusieron a cantar canciones escandalosas  en idioma francés que, traducidas a nuestro español dicen que María Santísima fue puta de San Pedro y lo es; y Dios, el alcahuete; y otras expresiones indecentes.

Sonet, el dibujante, le contaba a su compañero de trabajo  Andrés Ruliere, hermano del director de la  fábrica,  cómo se habían divertido tras la cena entonando  los cantares referidos. Pero Ruliere  que, dicho sea de paso no había sido invitado a la celebración, para descargo de su conciencia, creyó conveniente comunicar a un clérigo las ofensas de que había sido objeto la religión católica.

Francisco Jiménez Paniagua, ministro del Santo Oficio recibió la denuncia y ordenó la oportuna investigación.
Fueron llamados a declarar los hermanos Prudhomme, de nación francesa, operarios de la fábrica y testigos de excepción por ser vecinos de Rocha en cuya casa había tenido lugar el festejo.

Declaraciones, ratificaciones y comprobaciones se llevaron a cabo ante varios jueces eclesiásticos.
Los acusados negaron haber actuado de mala fe y alegaron que los cantos en cuestión eran populares en Lyon y aludían  a dos hosterías de Ginebra, en una de las cuáles estaba la imagen de la Virgen y en otra la de San Pedro.

El proceso de varios meses de duración se daba por concluido el 6 de noviembre de 1756 cuando el inquisidor de Toledolicenciado D. José Atanasio García de Escalona, que asiste solo.....,  pronunciaba la sentencia ordenando que sean advertidos, reprendidos y conminados sin embargo del pretexto que, se dice, tuvieron de las hosterías de Ginebra y de ser uno de ellos calvinista......, por ser unos cantares escandalosos y blasfemos.
Del mismo modo ordenaba que, tanto el presbítero capellán de la fábrica D. Arturo Malloy ? como las demás autoridades eclesiásticas locales, prestaran especial atención, en adelante,  al comportamiento de los extranjeros.









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