Tomando conciencia Felipe III de las pérdidas que se  ocasionaban a causa de los frecuentes naufragios de navíos en el río de Sevilla (Guadalquivir), ordenó consultar a varios técnicos, tanto españoles como  extranjeros, a fin de elaborar un informe donde se especificaran las causas de los accidentes y las posibles soluciones.

Al parecer, el remedio pasaba por desembarazar y limpiar la entrada y salida de aquella ciudad  por vía fluvial. Además, la cantidad de basura acumulada en el fondo del río podía llegar a actuar como barrera si llegaban a producirse inundaciones  y poner a la población en serio peligro.

La proposición y oferta que hizo el capitán Mateo Letiela Raguses fue la más convincente. Se trataba de fabricar cuatro pontones gruesos iguales   (plataformas de madera) con los pertrechos e  instrumentos que fueren menester...... para sacar los navíos perdidos en el  dicho río; y limpiar la entrada y salida de los navíos en él...y en el puerto y barra de Sanlúcar de Barrameda, bahía de Cádiz y puerto de Santa María.

El capitán recibiría un préstamo  para empezar a trabajar de 20.000 ducados, con cargo a los impuestos sobre el  consumo de avena. Se obligaba a devolveros dentro de  los diez años siguientes  a la firma del acuerdo y a tener listos los pontones con sus artilugios en el plazo de un año, porque, de lo contrario, además de  devolver la totalidad del dinero, tendría que afrontar  las consecuencias penales del incumplimiento.

El rey, por su parte,  se comprometía a ordenar agilizar algunas causas pendientes que Mateo Letiela tenía en los tribunales. Entre otras, un pleito pendiente contra la  Casa de la Contratación.....sobre la cobranza que por su trabajo y gasto le debe el Consulado....por haber sacado de dicho río cantidad de mercaderías con que se fueron al fondo navíos que se perdieron en él cuando la ocasión de Cádiz (incendio de una flota).

 Pero la retribución mas jugosa sería la oportunidad de negocio que Felipe III y sus consejeros  brindaban al adjudicatario del contrato:
Se permitirá al dicho capitán Letiela que envíe dos navíos suyos....en todas las flotas que se despacharen durante el tiempo de este asiento para la Nueva España y tierra firme, con la condición expresa de que sean hechos y fabricados en estos reinos......
Y siendo propios del dicho capitán los dos navíos, no sean tenidos por extranjeros....
Y que sean naturales de estos  reinos los  maestres y marineros que se contraten  para la navegación.

Su Majestad quiere y manda que la ejecución del dicho asiento tenga cumplido efecto......procurando la brevedad, porque importa mucho para que este hombre corte la madera con que ha de fabricar los ingenios, en la sazón de estas primeras lunas.....(6 de enero de 1608).


Hay que decir, como colofón a esta historia, que Mateo Letiela no llegó a realizar las labores de limpieza que le fueron encomendadas.  Falleció al cabo de poco tiempo en Galicia, a donde se había trasladado para  fabricar los pontones que pensaba utilizar en  el Guadalquivir.









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