D. Angel Álvarez García era un empresario textil vecino de la ciudad de Medina de Rioseco. La actividad que desarrollaba era la fabricación de mantas, empleando en sus instalaciones a unas seiscientas personas diariamente. 

Surtía habitualmente  a los reales ejércitos. A principios del año 1794 D. Ángel se dirigía  por carta en reiteradas ocasiones a las autoridades, incluso al rey Carlos IV, alegando que sus instalaciones fabriles no tenían capacidad para  dar cumplimiento a las crecidas porciones que nuevamente se me encargan ...Y no teniendo suficiente casa para  que pudieran trabajar cuatrocientos operarios más, solicitaba que se le permitiese utilizar el cuartel de Caballería de la ciudad para ampliar la actividad  y dar curso a los nuevos pedidos.

Este edificio estaba en ese momento en desuso y reservado para alojar, llegado el caso, a los  prisioneros franceses.

El empresario  pretendía, además de una cesión gratuita del cuartel, que los gastos de  adecuación  del mismo a la nueva actividad corriesen a cargo del común de vecinos, cargándolos a las rentas de propios y arbitrios de la ciudad.

A cambio ofertaba proporcionar  empleo  a cuatrocientos mendigos y dejar el cuartel a disposición de la autoridad si se hacía necesario utilizarlo para las tropas.

Asimismo se prestaba a reducir a moneda de oro y plata las grandes cantidades de  vellón que había en las arcas reales. El beneficio era mutuo. El empresario podía disponer  de  moneda de vellón suficiente para pagar los salarios semanales de sus trabajadores, reintegrando el valor de lo adquirido en moneda de oro y plata .  El común  se ahorraba muchos  portes a la tesorería de Zamora,  donde se depositaban los dineros cuando, no tanto el valor de los mismos sino el  volumen, adquiría ciertas dimensiones.

Sin embargo,  las pretensiones  del hombre de negocios no debieron agradar al soberano que, no  solamente denegaba  su solicitud sino que redactaba una provisión con carácter retroactivo   al 24 de abril del año referido de 1794....no queriendo el rey que sus tropas usen  de las mantas fabricadas en Rioseco sino de las trabajadas en Palencia.  Es su real voluntad.

Así las cosas se procedió al recuento de los soldados   teniendo en cuenta, para los encargos a la nueva fábrica, que los cuerpos del ejército que contasen con poncho  en su uniforme (casi todos) no necesitarían manta para embozarse sino sólo para la cama....

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