María Enriquez se llamaba la segunda esposa de Bernardino Fernández de Velasco (1609-1652) , poseedor de varios títulos nobiliarios además del de duque de Frías y condestable de Castilla. De la unión de ambos nacieron tres hijas.
D. Bernardino fue nombrado gobernador y capitán general de Milán en 1645, llegando en febrero del año siguiente a tomar posesión de su nuevo destino en tierras italianas.
Su esposa María se quedaba, en principio, con sus hijas en el palacio familiar de Berlanga de Duero.
Pero pasado un tiempo la condesa estimó ser justo el casamiento (convivencia) con su esposo y decidió embarcarse para Italia dejando a las pequeñas en el convento de monjas de la Concepción de Berlanga, villa del condestable.
La estancia en Milán no fue larga habida cuenta de que en 1648 el duque fue sustituido en el cargo, regresando entonces a Madrid donde estableció su residencia hasta su muerte en marzo de 1652.
Las niñas seguían en la clausura hasta que, tras el deceso del progenitor, la madre decidió sacar a la mayor de ellas para casarla con el duque de Nájera. Pero el destino quiso que la joven falleciera poco después de contraer matrimonio.
Y de este suceso quedó la duquesa con la ternura y soledad que se deja considerar. Y con esto determinó en el mes de noviembre pasado (1658) ir por las otras dos ( Francisca y Ana de Carvajal) para, teniéndolas consigo, divertir parte de su pena.......Y llegando allá las halló en el noviciado de dicho convento y muy inducidas y prevenidas de las otras religiosas para que demostrasen afecto a quedarse en él, con que volvió sin ellas....
Y aunque no pretende la duquesa violentarlas en su vocación....consiguió del nuncio de Su Santidad, Carlos Bonelli, un breve para sacarlas del convento.
La abadesa y discretas alegaron no tener potestad para obligar o conminar a las novicias a abandonar la clausura. Pero como la orden procedía de las más altas instancias religiosas, después de debatir el caso. accedieron a abrir las puertas de la portería principal de dicho convento.
Y abiertas,.......salieron acompañando a ...Doña Ana de Carvajal.... a vista y presencia de la duquesa de Frías..., su madre,... que estaba en el soportal de la portería y dicha señora Doña Ana en el umbral de ella....Y estando en este estado hablando dijo "No quiero más libertad que ésta"y se retiró hacia donde estaban las demás monjas, las cuáles exhortaron a la susodicha a que saliese de nuevo a hablar con su madre manifestando su voluntad y ejecutando su albedrío..., porque deseaban, en todo, cumplir con el mandato del señor nuncio.
Volvió por segunda vez la novicia hasta el umbral y sacó el pie derecho dando un paso y luego volvió a retirarse diciendo "no hay más libertad que ésta".
Así las cosas y aunque la duquesa volvió a intentarlo no consiguió sacar a sus hijas de la clausura y no le quedó más remedio que aceptar las circunstancias y vivir en soledad hasta que llegó su hora allá por el año 1672. Para esas fechas Francisca y Ana, herederas de jugosas rentas a favor del monasterio, ostentaban el cargo de abadesa y vicaria respectivamente del convento de Berlanga de Duero.
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