Hoy, sin lugar a dudas, sería considerado un alegato machista, sin embargo debemos retroceder en el tiempo hasta situarnos entorno a 1620/1630 y apreciar el tono satírico del autor en una curiosa misiva autógrafa dedicada a Inés de Zúñiga y Velasco, esposa del conde-duque de Olivares.

El escritor mantenía por estas fechas una fluida relación epistolar con Gaspar de Guzmán y familia. Al parecer la esposa de éste, Inés de Zúñiga, insistía en casar a Quevedo aunque  tal cosa no entraba en los planes del interesado, probablemente porque era consciente de las dificultades a las que se enfrentaba al haber nacido con una deformidad considerable en ambos pies además de una acusada miopía. Sea como fuere, Quevedo decidió redactar un memorial dirigido a la condesa. En él detallaba, en tono satírico,   las cualidades que debería reunir una mujer para  ser su esposa. 

He aquí un extracto del escrito y que cada cuál juzgue a su manera.

Lo que debo desear en una mujer para mi quietud, honra y salvación es que haya crecido sirviendo a vuestra señoría en su casa, que si ha sabido obedecer a v.s. no hay dote  temporal ni espiritual que no traiga....

Yo no soy otra cosa sino lo que el conde, mi señor (Gaspar de Guzman) , ha hecho en mi....
He sido malo por muchos caminos y habiendo dejado de ser malo, no soy bueno porque he dejado el mal de cansado, no de arrepentido...
Yo soy hombre de bien......, hijo de padres que me honran con su memoria y a los que yo mortifico con la mía... 
El caudal y los años siempre los referí de manera que después la hacienda sea más y la edad  menos.
Los que me quieren mal me llaman cojo, siendo así que lo parezco....
Mi persona no es aborrecible ni enfadosa.....

Ahora que he confesado quien soy....diré cómo quiero que sea la mujer que Dios me diere....

Que sea noble, virtuosa y entendida porque necia no sabrá conservar estas dos cosas.......En la nobleza quiero la igualdad.....La virtud que sea como de mujer casada, no de ermitaña ni beata...Y si hubiere de ser entendida con resabios de catedrático, más la quiero necia, que es más fácil sufrir lo que uno no sabe que padecer lo que presume...

No la quiero fea ni hermosa...., fea no es compañía sino susto, hermosa no es regalo sino cuidado...,más si hubiere de ser una de dos cosas, la quiero hermosa y no fea porque es mejor tener cuidado que miedo....

No la quiero rica ni pobre sino con hacienda, que ni ella me conoce a mí ni yo a ella....

De alegre y triste, más la quiero alegre........por no tener una mujer pesadumbre más arrinconada que telarañas.......,que es juntarse con un pésame de por vida....

Ha de ser galana para mi gusto, no para el aplauso de los ociosos. Y ha de vestir lo que fuere decente....

No ha de hacer lo que algunas hacen sino lo que todas deben hacer...

Más miserable que pródiga........aunque sumo bien sería hallarla liberal.

En que sea blanca o morena, pelinegra o rubia no pongo gusto ni estimación alguna. Solo quiero que si fuere morena no se haga blanca, que de la mentira es fuerza andar mas sospechoso que enamorado.

En chica o grande no reparo, que los chapines son los afeites de las estaturas....

Gorda o flaca es de advertir que si no pudiere ser entreverada, la quiero flaca, no gorda, más la quiero "alma en canuto" o "pellejo en pié" que "doña mucha" o "cuba en zancos"....

No la quiero niña ni vieja que son cuna y ataúd, que ya se me han olvidado los arrullos y aún no he aprendido los responsos.....

Desearé mucho que no tuviese... buenas manos, ojos y boca  porque con estas tres cosas buenas....es fuerza que no la pueda sufrir nadie...

No la quiero huérfana  - por ahorrar conmemoraciones de difuntos- ni tampoco con parentela cabal.  Padre y madre deseo porque no soy temeroso de suegros.

Daría muchas gracias a Dios si fuese sorda y tartamuda, partes que abominan las conversaciones y dificultan las visitas.....

Y por acabar en veras y verdad como empecé, diré a v.s. que estimaré mucho la mujer que fuere como yo la deseo y sabré sufrir la que fuere como yo la merezco porque yo puedo ser casado sin dicha pero no malcasado.

Dé Dios a v.s. muchos y bienaventurados años en vida del conde duque, mi señor, con la sucesión que su casa y grandeza han menester y yo deseo.













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