El 3 de septiembre de 1565, los jurados de Zaragoza enviaban un interesante memorial, refrendado por su secretario Miguel Español, a la ciudad de Burgos. En él se recogían las disposiciones, gracias a las cuáles, habían conseguido controlar la epidemia de peste en la referida ciudad de Zaragoza en un tiempo prudencial.
Primero se tomó una casa fuera de la ciudad apartada medio cuarto de legua hacia la parte que el cierzo no tocase la ciudad ni el aire de levante....y allí se confinó a todos los enfermos.
Proveyó la ciudad de camas, capellán, médico, cirujano, boticario, enfermeros, servidores y todo lo necesario...Se enviaban allí los mantenimientos por medio de recaderos que los dejaban en un lugar determinado para no entrar en contacto con los apestados ni con el personal que los atendía.
Para la desinfección de casas y ropas enviaron a buscar gente a Toulouse (Francia) por estar allí muy prácticos y diestros en ello. Sin embargo, como tardaban en llegar más de lo que convenía, se contrataron diez hombres con salario de tres reales por día cada uno, aunque a algunos por ser aventajados se les daban mayores salarios.
Fueron nombrados un secretario y un portero para reconocer y señalar todas las casas donde se entendiese haber muertos de peste....Y ponían las armas de la ciudad en la puerta a modo de precinto que no debía burlarse, so pena de casa y ropa quemada.
Vinieron los hombres de Francia, ....doce personas, percibiendo un salario similar al de los contratados locales además de los gastos del viaje. Otros cinco hombres se sumaron a las labores de limpieza alcanzando un total de veintisiete.
La ciudad tomó una casa en la ribera del río, debajo de la ciudad para que allí residieran las personas empleadas en el lavado de ropa y desinfección de casas ...... Y compró y dio a los hombres dos carros con sus caballos.
Se formaron dos cuadrillas de cinco hombres cada una, con dos escribanos y dos hombres con sendas varas delante para que la gente entendiese que eran los desempestadores y no se llegasen a ellos.....
Entraban en las casas señaladas y sacaban toda la ropa, de la cuál hacían inventario los escribanos, la cargaban en los carros y la llevaban los carreteros por fuera de la ciudad sin dar lugar a que nadie llegase a ella.....Los hombres que habían quedado en la casa recibían la ropa y procedían a su limpieza y desinfección de este modo:
Parte de ellos entendían en deshacer colchones y los otros vestidos que llevaban. Los demás en hacer colada en calderas.....de la ropa de lino y cáñamo.......Y la lana la ponían en el río, en una corriente, cargada de piedras grandes....y allí la dejaban por espacio de cuatro días......y...con los pies la pisaban y la meneaban y después la enjugaban al sol. Una vez seca, se guardaba y no se permitía su uso a los propietarios hasta pasados dos meses.
Las casas se desinfectaban barriendo, regando y ahumando con buenos olores y haciendo en calderas hierbas odoríferas..... Y con este agua regaban y rociaban la casa y las paredes. Después de todo este proceso abrían las ventanas, cerraban la puerta y no se permitía la entrada hasta pasado por lo menos un mes.
Todos los gastos corrieron a cargo de los bienes del común porque, aunque las autoridades trataron de obtener alguna donación de la gente de calidad que gozaba de un nivel económico desahogado, no fue posible.
Con este orden......con brevedad cesó el mal (algo más de cuatro meses) en la ciudad, teniendo muy especial cuidado en la limpieza y policía...
Comentarios
Publicar un comentario