En circunstancias excepcionales como la que estamos viviendo, cuando se pone a prueba el temple y la responsabilidad individual y colectiva, el sentimiento de solidaridad que se percibe es, quizá, la mejor muestra de que la condición humana, en general, no ha sucumbido aún al individualismo extremo.
Sentir compasión, piedad, afecto, ternura, tristeza e incluso dolor por gente a la que ni siquiera conocemos, nos humaniza.
Probablemente, de vez en cuando, no sé qué fuerzas de la Naturaleza se alían para recordarnos que la colectividad, el grupo, nos hace menos vulnerables.
A primeros de marzo de 1596, Gaspar de Zúñiga, virrey de Nueva España, escribía a Felipe II refiriendo los estragos que había hecho en la población de México la epidemia de sarampión ligero que ......apretó desde Navidad y por todo enero con mucho rigor en la tierra fría y después comenzó en tierra caliente con menos fuerza y malicia... Afectaba a indios y a españoles criollos. La letalidad era especialmente elevada entre los naturales.
Se ordenó administrar los sacramentos a los más graves en sus propias casas, práctica hasta entonces impensable. Para los demás dolientes se habilitó un altar decente en cada barrio donde asistían a la misa, confesaban y comulgaban.
El virrey ordenó que los ciudadanos mas honrados se encargaran de administrar las limosnas de los españoles y no bastando éstas se cogiese de lo que tienen de comunidad los pueblos mismos de los indios, se socorriese con el pan, maíz y carneros necesarios a los enfermos que no tuviesen de comer....porque episodios epidémicos anteriores habían demostrado que la más de la gente que moría era realmente de hambre, unos por necesidad y otros porque desmayando y viéndose todos caídos, se dejaban morir sin tratar de su remedio ni sustento.Y que, en darles de comer y animarlos y en quitarles el abuso de curarse con ciertos baños que ellos llaman tamascales, consistía su remedio...
Acudieron a la llamada de auxilio de las autoridades....la gente de mas calidad y posibles...y otro tanto los españoles ( aquellos que no nadaban en la abundancia precisamente) .....y las justicias y ministros de doctrina...., especialmente los franciscanos a quienes tocó lidiar en las plazas donde había mas contagios. Los españoles acudían a las limosnas tan de voluntad que se recaudaron sumas importantes. Cuando fue necesario se recurrió al remanente de los tributos locales. Poco a poco la enfermedad fue perdiendo fuelle. A ello contribuyó enormemente, a juicio del virrey, la adecuada alimentación de los enfermos.
Respecto a los deberes laborales de la población....ha parecido inhumanidad y poca providencia.....que a los enfermos los lleven al trabajo....que han sido muchos los que han recaído.
Y por que no se perdieran los panes ..... se paralizaron las faenas que no eran urgentes (construcción, servicios...) y se ordenó que la gente sana acudiera a la siega por ser tiempo de recoger la cosecha.
Las minas quedaron inactivas en su mayoría al morir muchos de los trabajadores y convalecer otros tantos.
Los religiosos, llevados de su piedad y celo, quisieron que no acudiera indio ninguno al trabajo en muchos meses.....aunque algunos empresarios mineros y labradores, desconsiderados y codiciosos, no reparaban en ésto.....
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