A veces la vida lleva  aparejadas en una misma persona, si no  extrañas, al menos poco comunes compatibilidades profesionales.

 Quizá una faceta desconocida de la vida de Lope de Mendoza (1363-1445), arzobispo de Santiago desde el año 1400 hasta su muerte, fuera su profesión  de adiestrador de perros de caza.

Aunque creo recordar que en la presentación de éste, mi blog, aseguré que todos mis artículos estarían comprendidos en  la Edad Moderna, me voy a permitir, alguna que otra vez,  saltarme lesta norma autoimpuesta. Y eso es precisamente lo que pretendo hacer hoy.

D. Lope de Mendoza fue siempre partidario incondicional del clan del rey Juan I de Castilla (1358-1390), al que sucedería su hijo  Enrique III (1379-1406). 
Fernando de Antequera (1380-1416), hijo segundo de Juan I, fue regente de Castilla tras la muerte de su hermano Enrique III y más tarde  se convirtió en el primer descendiente (vía paterna) de la dinastía castellana Trastámara que reinó en Aragón como  Fernando I, apodado El Casto.

Al morir Fernando I, le sucedió en el trono su hijo Alfonso V de Aragón (1396-1458) con quien mantuvo muy buenas relaciones el arzobispo de Santiago hasta el año 1442 en que se torcieron las cosas al entrar en juego otros personajes que ahora no vienen al caso.

En el archivo de la Real Chancillería de Valladolid se conserva una carta  manuscrita del arzobispo fechada en 7 de octubre, respondiendo a la que había recibido la víspera cuyo remitente era, con toda probabilidad,  Alfonso V de Aragón. Éste solicitaba al religioso que  le enviase  alanos y sabuesos adiestrados para la caza.

Desconocemos el año de la misiva por no figurar en el documento que se conserva, sin embargo si, como parece, Lope de Mendoza fue quien introdujo el año santo compostelano entorno a 1428/1434, es de razón situar la fecha de la carta con posterioridad a esos años (luego veremos por qué) y antes de 1442 en que pierde las buenas relaciones con el clan de los Infantes de Aragón.

Muy alto y muy noble príncipe y poderoso señor......Beso las manos y me encomiendo.....en la vuestra majestad...

....Que los alanos y sabuesos que al presente tengo son nuevos y no encarnados (algo así como no familiarizados con la carne),...pero se comprometía a enviarlos cuando los animales estuviesen bien adiestrados .... en el primer navío que de aquí  fuese a Valencia ...por cuanto por tierra no podrán ir por la gran distancia de camino que sería a ellos gran peligro....

Asimismo le hacía saber que ...algunos alanos que en mi casa eran ya hechos y encarnados, los señores que acá han venido a la romería (de ahí que ya se hubiera establecido el año jacobeo), los han llevado, de los cuales hubo parte el infante Enrique, vuestro hermano....que por esas fechas era ya Gran Maestre de Santiago.

Escribía el arzobispo desde su residencia, la fortaleza  de Rocha Blanca del Padrón, en cuyo entorno, seguramente, el arzobispo practicaba esa otra actividad de la que, dicho sea de paso,   no he encontrado ninguna referencia publicada.




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