Antes de morir el duque de Béjar, Francisco Diego López de Zúñiga Guzmán, a finales del año 1636, había considerado la posibilidad de enviar a sus cuatro hijos a Salamanca y aliviarse del cuidado que tenía con su hacienda.

El duque y su esposa habían acordado  que la persona  idónea en quien  podían fiar  la tarea de  instructor de la prole era D.Francisco José de Zúñiga, pariente de la familia y persona de gran talento, mucha virtud y buenas letras y edad....
Era este personaje  titular de la abadía de Lebanza..., cosa muy honrada porque tiene la jurisdicción espiritual y temporal de muchos lugares....; de tal abadía percibía anualmente unos 2.500 ducados como caídos  del cielo ya que ni siquiera   requería (su) asistencia.  También gozaba de una canonjía  de la santa iglesia de Palencia y además iba a ser    destinatario de uno de los tres hábitos de caballero de una orden militar que el duque podía adjudicar y que iba a dispensarle el lustre que es razón.

El inesperado  fallecimiento del duque de Béjar no truncó los planes con respecto a sus hijos, el marqués de Valero, D. Diego, D. Iñigo y D. Manuel de Zúñiga, sino que aceleró los trámites por ser necesaria una persona como la del abad .... que con más autoridad que la de ayo les asista y gobierne.

Por las edades en que se hallan, el orgullo de sus condiciones y las licencias que se han tomado en la ejecución de su voluntad por no haber persona que con autoridad se lo estorbe......, juzgamos por muy conveniente que su señoría se la ponga....y que la respeten y les advierta de lo que deben hacer porque ha mostrado la experiencia que no bastan para esto los criados domésticos de la casa de sus padres.
Al duque, mi señor (que esté en el cielo) , le será de gran alivio tenerlos acomodados para que su casa y el cuarto de mi señora (la duquesa) esté con autoridad y decencia porque no será fácil  el privarles  que entren en él ni justo que entren a todas horas, de que pueden resultar disgustos entre los hermanos y criados y criadas.

Lo más importante para la buena crianza de los muchachos pasaba por ocuparles luego y que no malogren el tiempo.

El traslado  temporal  requería de una perfecta organización. la idea era que pasasen los inviernos en Salamanca y los veranos en Béjar. El gasto no era problema, los cuatro hermanos estarían asistidos por un numeroso séquito de sirvientes, entre los cuáles debería haber  un maestro que les lea Gramática.

Para garantizar la correcta alimentación de los adolescentes se llegó a elaborar un menú  semanal para cinco personas (los cuatro hermanos y el abad) cuyo valor se estimaba en 24 reales diarios.

Comida...:un cocido de tres libras de carnero, dos de vaca, una gallina, media libra de tocino y medio real de especias y verduras.
Como segundo plato un asado variando cada día el tipo de carne;  una vez dos gallinas, otra cinco perdices, otra medio cabrito, otra cuatro libras de ternera o cinco pichones, pollos, torreznos o carnero.
Luego  un plato de masa: pasteles o empanada inglesa o costrada.
Cena...: Un asado...y después un guisado de  carnero o de pollos o palomino o cabrito o cosa semejante.
Principios y  postres y panecitos para todo el día (comer, cenar, almorzar y merendar).
El día de viernes se serviría mayor número de platos  pero mas frugales.






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