El polifacético  cardenal de España, Pedro González de Mendoza (cardenal Mendoza), al redactar su testamento dejaba todo el remanente de sus bienes, una vez cumplidos los legados y mandas,  a los pobres enfermos y niños expósitos y personas menesterosas.

Era voluntad del testador que ......sea fundada y edificada una casa grande,  ancha y suntuosa, acomodada para hospital, con la advocación de la Santísima Cruz de Nuestro Señor, que fuera gobernada por el deán y su círculo de confianza. Los deseos  del cardenal pasaban por conseguir de la autoridad apostólica  las gracias, prerrogativas, indulgencias y preeminencias que tiene el hospital de San Juan de Burgos; y los otros privilegios y cosas para perpetuidad y honor de dicho hospital.
 
En 1503 la reina Isabel de Castilla se hacía cargo de cumplir la voluntad del finado...Tenemos pensado edificar un hospital en la ciudad de  Toledo, en las casas del deán a las que se pensaba anexar las dependencias  del cabildo y otras casas colindantes, de forma que el espacio permitiera albergar el complejo formado por el  hospital de adultos, el hospicio y la capilla.

Pero surgieron problemas cuando algunos miembros del cabildo no quisieron ceder sus propiedades sino a precios desorbitados. A este contratiempo hubo que añadir que las casas particulares aledañas que se habían comprado eran viejas y menudas y no se podía aprovechar nada de su construcción, con lo cuál no quedaba otra opción que derribarlas y contar solamente con el solar. El coste se iba a disparar más de lo previsto y además la superficie total no sería demasiado amplia. Por otra parte, si se ubicaba el hospital tan cerca de la Iglesia Mayor, zona muy concurrida,  podría dar lugar  a problemas de salud pública en tiempos de pestilencias y otras enfermedades contagiosas, porque se infeccionaría la gente. 

 Isabel la Católica quiso zanjar la cuestión donando la Casa de la Moneda y sus corrales para edificar el hospital. Pero los albaceas de Mendoza consideraron que era un espacio demasiado reducido para lo que se pretendía. Así las cosas,  se pensó  que la mejor ubicación sería el convento de San Pedro de las Dueñas donde antes residían las monjas de la Concepción y ahora pretendía  la reina alojar a las monjas de la orden de Santiago.

Los ejecutores del testamento con García Laso de la Vega (padre del poeta) a la cabeza, convencieron a la reina, que  acabó donando el citado monasterio  con todas sus dependencias para la obra hospitalaria. A cambio, los albaceas se comprometieron a sufragar con un cuento (1.000.000) de maravedís las obras de adecuación del convento de la  Santa Fe para  residencia de las religiosas de Santiago.


Comentarios

Entradas populares