La explotación agrícola y ganadera de Garciez (Jaén) perteneciente al titular del ducado de Montemar y marquesado de Astorga entre otras dignidades, estaba administrada por Antonio Marco Riquelme, quien informaba puntual y frecuentemente al señor, residente en Madrid, de todos los detalles relativos a la marcha del negocio.
A primeros de julio de 1859 enfermó un becerro y a los tres días tres de los bueyes de labor...... no pueden comer nada absolutamente, .... se les ve que manifiestan deseos de ir a agarrar el pasto pero lo dejan porque tienen la boca llena de llagas y están babeando continuamente. Además les da un calambre en las patas que se bambolean como uno que está embriagado..... El albéitar examinó el ganado y ordenó separar las reses enfermas de las sanas. Se trataba de una enfermedad muy contagiosa que vulgarmente llamaban mal de pezuñas. Prescribió un tratamiento a base de solimán, un poderoso desinfectante.
Cada dos o tres días el administrador informaba al duque de la situación: En el ganado lanar es donde se ha extendido mucho esta enfermedad que deja a las ovejas casi sin poder andar, arrojando pus por la unión de la pezuña a la carne que es donde se les hacen gusanos, los que destruyen por medio de la aplicación de solimán......que es el remedio más activo..... Hasta el día de la fecha sólo dos han muerto y no tenemos que lamentar la muerte de ninguna res de ganado vacuno....Al parecer la enfermedad afectaba mucho más a las ovejas adultas, pues de la cría del presente año solo han sido atacadas como 25 o 30....En los cerdos de la casa aún no se ha observado nada, aunque dicen que ha aparecido la referida enfermedad en algunas manadas de estos alrededores...
Se sospechaba que la enfermedad había sido propagada por una manada de carneros que pasaron por la zona unos quince días antes de observar los primeros síntomas en algunos animales. El maestro albéitar, garante de la salud pública, avisó a las autoridades para que se dictaran las medidas de aislamiento oportunas en casos de este calibre y el gobernador hizo lo propio apenas una semana después de resultar afectado el primer becerro. La cosa no tuvo mayor complicación porque al no haber más granjas en la villa, no había posibilidad de contagio.
A los quince días de los primeros síntomas,..la enfermedad en el ganado vacuno ha declinado tanto que algunos bueyes estaban ya repuestos y habían comenzado a trabajar tirando de las carretas. A pesar de que solamente ocho cabezas se libraron de la enfermedad, no pereció ninguna res vacuna y al cabo de un mes se daba por finalizado el brote infeccioso.
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