Estando  ya bien asentadas en Filipinas algunas de las congregaciones religiosas, con sus conventos, iglesias y demás infraestructuras necesarias para la evangelización de los nativos, algunos frailes intrépidos quisieron ampliar horizontes y establecerse  en  China para   participar del fruto que las religiones de San Francisco, Santo Domingo y la Compañía de Jesús han dado. 

No era un secreto para ellos que se adentraban en   territorio hostil.  En junio de 1681 desde Manila, un grupo de frailes, entre ellos Fray Diego de Jesús, Provincial indigno (según sus propias palabras) escribían al Reverendo Padre Fray Manuel de la Cruz, que  había estado recientemente de visita en Filipinas como jerarca de la Iglesia. 

Referían en la carta cómo un puñado de religiosos llegaron a la ciudad de Macam (Macao) y de allí, sin ayuda ninguna humana, antes algún estorbo de parte de los portugueses, mediante su habilidad y confianza en Dios....se metieron en la ciudad de Cantón....Suplicaban los remitentes al jerarca que se haga patente al Consejo y a las Religiones, porque con la seguridad del logro de tan grande misión se esforzarán a venir muchos sujetos de virtud, letras y celo, porque no siendo con estas calidades no se pueden enviar a China, y más para introducirse con naciones tan políticas y astutas....A pesar de que los frailes llevaban poco tiempo en el país, habían tenido tiempo de aprender   que  los chinos no trataban con cualquiera, que eran exigentes  y que  los regalos podían obrar el milagro de ser bien recibidos.

Le pedían al superior que hiciese  enviar todo lo que se pudiere de relojitos de muestra; y un par de ellos de campanilla de pecho; y relojes de sol  curiosos de Francia; anteojos de larga vista y vidrios triangulares que hacen a la vista muchos colores y otras semejantes curiosidades, las cuáles son allí el total remedio para introducirse con los príncipes y mandarines del reino,  pues lo que por interés ninguno se podrá alcanzar entre ellos, se viene a conseguir mediante un juguete de los arriba indicados....

Y no solo con juguetes, los chinos eran listos y estaban ansiosos por  adquirir conocimientos, por eso los religiosos  establecidos  en Cantón pedían que se les enviaran   también una serie de   libros buenos de Matemática ..., tres o cuatro juegos de la obra del padre Zaragoza; las obras del padre Atanasio Kircher; y algunos libros de mapas, el Atlas Orbis Terrarum y el Atlas Sinicus del padre Martino Martínez; y algunos libros de perspectivas y edificios hermosos, así como estampas grandes de imágenes del Salvador y de Nuestra Señora y otros santos.







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