Fray Juan Caro, de la orden de Santo Domingo, natural de Carmona (Sevilla) se había trasladado a Nueva España donde, además de evangelizar, al parecer enseñaba a los indios a leer música. Más tarde emprendió viaje hacia Cochín (India), por aquél entonces colonia portuguesa, como  asalariado del rey de Portugal para instruir a los marinos  en el arte  de la navegación. 

El 19 de diciembre de 1525 y el 29 del mismo mes, año 1526, remitía  dos cartas dirigidas, una de ellas al propio emperador Carlos I y la otra al  doctor Porras, cuñado de Juan Caro, residente en Sevilla. Ambas misivas perseguían el mismo objetivo: ofrecer sus servicios al rey de España. Y  como parece que la respuesta de éste no acababa de llegar,  creyó conveniente encargar a su cuñado la búsqueda de alguien influyente que mediara a su favor ante el mismísimo soberano. En la carta le daba  las instrucciones a seguir con todo detalle y  no escatimaba elogios hacia su persona. Todo indica que el ego del fraile estaba bien alimentado .....Yo, señor, os sacaré de vergüenza en todo lo que por mí hicierais y dijerais porque soy para mucho más de lo que aquí os apunto....Soy artista y teólogo y canonista; y en el arte del astrolabio muy entero en la altura por el norte y sol y crucero del sur.....Matemático de las estrellas.... de mucha ventaja, por cuya razón el rey de Portugal tiene en mí gran crédito y me hace honroso partido....Con las gracias anticipadas comunicaba a su cuñado que le enviaba un papagayo de la China, bermejo con muchos otros colores, que habla muy bien....; y un paño de seda....de cuatro palmos en largo y dieciséis en cumplido.... El portador de los presentes era  Gonzalo Gómez de Spínola, capitán de Castilla, que vino con Magallanes al Maluco y fue  apresado por los portugueses junto a la tripulación de su nave. Juan Caro, en ese momento, intercedió por él ante la autoridad lusa y por eso pretendía  que esos hechos del pasado se los pagase el emperador concediéndole  la merced solicitada. 

  .....Porque tengo, señor,  entendido que vuestra ínclita majestad es codicioso de servidores matemáticos útiles........,en que le enseñaré a sus pilotos el arte del astrolabio muy bien sabidamente que en ese reino lo saben bien mal. Y que les enseñaré la altura por el crucero del sur, no sabida por ninguno en esas partes. Y la altura del norte y la del sol muy breve y clara y sin ninguna falta...Y otros secretos de la navegación y descubrimiento de muchas tierras ricas con oro dentro de su marcación.

En todo caso y si no fuera posible lo que pretendía...entonces podréis, señor, requerir y hablar al señor arzobispo de Sevilla .....que me haga tal partido consagrándome de obispo......o cualquier otro cargo dotado  con la honra que a obispo es debida, de este modo no se vería rebajado el statu que en esta tierra tengo..... porque me sería mucha deshonra...




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