En la Sala del Consulado de la Real Casa de la Contratación de las Indias (Sevilla), el 10 de abril de 1700 comparecía el capitán D. Felipe de Sagastiberri, natural de San Sebastián y vecino de Cádiz, para ser examinado de piloto de las provincias de tierra firme y Nueva España y todas sus costas e islas de barlovento.

Había hecho la solicitud cuatro días antes de la fecha y aunque ya era piloto de la Real Armada,  para  obtener la acreditación que le permitía dirigir las naves hacia la carrera de Indias, era preciso asistir dos meses a la cátedra de Cosmografía. No tenía tiempo para ello  y las autoridades decidieron examinarle y pasar por alto ese requisito a causa de  la necesidad de embarcar.... en la escuadra que de su real orden va al socorro del Darién.....

Presidía la prueba un tribunal formado por un miembro del Consejo de Hacienda y caballero de la orden de Alcántara, el piloto mayor de la carrera de las Indias, un catedrático de Cosmografía y parte teórica  (presbítero, por cierto) y un fabricador de instrumentos para el arte de la navegación.

Asistían en calidad de examinadores tres pilotos examinados que fueron de la dicha carrera de Indias así como dos marineros prácticos que, por no haber en esta ciudad pilotos examinados en bastante número, asistieron a este  examen... Tanto unos como otros juraron que guardarían secreto de lo que se tratara  en dicho examen. Y que cada uno de ellos le haría al aspirante tres preguntas, las más dificultosas del arte de la navegación. Y que calificarían las pruebas votando en secreto, sin odio, afición ni otro interés alguno.

Sagastiberri salió aprobado por todos votos y antes de recibir su acreditación de manos del piloto mayor, hizo juramento de que bien y fielmente haría su arte.  Y que no enseñaría su profesión a ningún extranjero residente en estos reinos, ni le daría detalles de los viajes, ni le mostraría los instrumentos propios de la navegación (carta, aguja, ballestilla y astrolabio).

Finalizado el ceremonial, el nuevo piloto recibía el título que le permitía ganar el sueldo que su majestad manda y gozar de los privilegios,   indultos  y prerrogativas que les están concedidas en estos reinos.....

Por ser la navegación el modo en que se comunican aún naciones remotísimas y que por ellas se ha extendido el santo Evangelio a mayor honra y gloria de Dios Nuestro Señor  en beneficio del género humano.  Gracias a ella,  se ha  introducido el trato y comercio en tan general provecho de los reinos....Conviene que esto se continúe habiendo pilotos que lo hagan.....






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