Diego de Mercado, de nación flamenco, había servido en diversas ocasiones en  la Armada Española y se desempeñaba como administrador de la pólvora en la ciudad de Santiago de Guatemala, donde residía. En mayo de 1620 escribía un memorial dirigido a Felipe III en el que relataba las confidencias que le había hecho Simón Zacarías, flamenco, piloto de la mar del Norte y bastante fabulador. 

Alertaba al rey de que -siempre según la confesión de Zacarías-  unos mercaderes ingleses, vecinos de Londres, que son los que tienen pobladas las Bermudas, han tratado de poblar la isla de Santa Catalina...Y a fundar la población vino un capitán.....Y llevó a la isla muchas plantas y semillas que plantó y sembró, como son plátanos, piñas, yuca, maíz...Y también llevó ganado de cerda y gallinas que soltó en la isla para que se multiplicasen, asegurando así el sustento de los futuros pobladores. Y se ha dicho en esta tierra que los mismos enemigos  que querían asentarse en la isla habían robado fragatas del puerto de La Habana,  San Juan de Luz y  Yucatán sin que se hubiera podido averiguar el paradero del botín y la guarida de estos ladrones. 

No hay hasta ahora fundada población ni fortaleza ( en Santa Catalina)  sino que hacen viajes a ella a pescar perlas, que dicen que tiene muchas alrededor de sí y netas, de buena ley. Y de camino hacen los robos dichos.

Describía  la isla como muy alta y montuosa, de unas seis leguas de larga; de buen temple, más caliente que fría. En el   litoral,  compuesto en su mayoría por  muchísimos bajíos y arrecifes, se situaba un único puerto que podía albergar solamente navíos pequeños, de poco porte. Está apartada de la isla de San Andrés diez leguas, poco más o menos. Y en ésta....hay mucha suma de pájaros de diversas maneras. Y en los bajíos de ella grandísima cantidad de tortugas, de que se pueden  abastecer Armadas (con su carne). Y mucha pesquería.

A pesar de que el dicho Zacarías juró a Dios y a la cruz que hizo con los dedos de su mano derecha, que decía verdad, después de lo cuál ....,desconfiando que quizá la pesquería de perlas no fuese tan abundante como había asegurado, aconsejaba que se lleven cuadrillas de negros que las pesquen para los quintos reales (tributo) y el aprovechamiento de los españoles.





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