El 21 de mayo de 1602 Felipe III  cursaba una  ejecutoria  dirigida a las autoridades de los partidos de Extremadura y Sierra Morena respondiendo así a una pretensión de los miembros del, por aquél entonces, poderoso Concejo de la Mesta, cuyo presidente, Luis de Mercado, era a la vez  miembro del Consejo Real.

Se trataba de impulsar la matanza de lobos y zorras, que hacían mucho daño en los ganados. Y para ello nada mejor que ofrecer una recompensa sustanciosa  a todo aquél que consiguiera eliminar  alguna de estas alimañas. Para disponer de remanente con que pagar el premio se mandaba efectuar un repartimiento entre todos los dueños de ganados, tanto mesteños como riberiegos.  Se establecería un precio por cabeza de ganado mayor y menor, de manera que cada cuál contribuyera según el número de reses de su cabaña. Se nombraría una comisión formada por  dos dueños de ganado, el uno hermano de  Mesta, de los que iban y venían a los extremos y sierras, el que más interesado y cuantioso fuese,  y el otro de los riberiegos del partido donde se hiciesen los dichos repartimientos. Ambos se encargarían de la recaudación que luego sería depositada en persona lega, llana y abonada, obligándose ésta a presentar  prueba fehaciente de los ingresos y abonos efectuados cuando le fuera requerido. 

En realidad, lo de recaudar dinero para premiar a los cazadores era una práctica que desde siete u ocho años atrás se venía llevando a cabo en aquellos lares, si bien los premios nunca habían llegado a sus acreedores porque solían quedarse en manos de los regidores, depositarios y ministros de justicia. Para acabar con tales inconvenientes el rey disponía que se implicaran  los propios ganaderos y quedasen excluidos de la gestión   los cargos públicos. Una gran idea a tener  en cuenta, incluso en el momento presente.

La orden tenía una validez de dos años. Una vez transcurridos habría que determinar si procedía prorrogarla o no.

A las personas que los mataren daréis y haréis dar por cada cabeza de lobo, 44 reales; y por cada camada de lobos pequeños que pasen de tres arriba, 44 reales. Y por cada cabeza de zorra, 6 reales; y por cada camada de zorras pequeñas, de tres arriba, otros 6 reales...... Y los maravedís procedidos de dichos repartimientos no los podáis gastar ni gastéis en otra cosa alguna si no fuese para lo susodicho.... Y en pagando los dichos premios...a los dichos lobos y zorras les haréis cortar las orejas a raíz del casco para que conste de cómo aquellos están pagados y no se puedan cobrar otra vez.




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