Ciertamente, tal y como aseguré la semana pasada, la vida sentimental de la reina Germana de Foix merece ser comentada (sin olvidar que retrocedemos cinco siglos en el tiempo).
Al poco tiempo de enviudar de la reina Isabel, Fernando el Católico casó con Germana de Foix, 35 años más joven. Buscaba el rey concebir un heredero -que llegó pero falleció al poco de su nacimiento- para la Corona de Aragón. Si esta circunstancia se hubiera producido como el rey deseaba, la geopolítica (término muy de moda en el momento actual) hubiese sido radicalmente distinta ya que la tan cacareada unificación de los reinos de España con los RRCC, no se habría producido.
Pues bien, Fernando vivió achacoso unos años y, sabiendo que estaba a punto de pasar a mejor vida, testó dejando todas sus posesiones a su hija Juana I. Si bien, consciente también de la incapacidad de ésta para gobernar, nombraba regente a su nieto Carlos I (1516). Muy generoso se mostró con su viuda, a la que dejaba cuantiosas rentas en el reino de Nápoles.
A cambio de esas propiedades y rentas napolitanas Carlos I cedió a la reina viuda las villas de Olmedo, Madrigal de las Altas Torres y Arévalo, lo que provocó el descontento de la población al creer que tal cesión significaba que quedaban fuera de la corona española. El rey se vio obligado a redactar un compromiso en el que aseguraba que las villas eran y son de nuestra corona y patrimonio real y que la cesión finalizaría al fallecer la reina Germana.
Encomendó Fernando el Católico expresamente a su nieto que cuidara de su abuelastra. Y parece que se tomó al pie de la letra el mandato porque Germana y Carlos, casi adolescente, protagonizaron una relación amorosa que culminó con el nacimiento de una hija ilegítima, Isabel. Para tapar el escándalo casaron a Germana con un asistente flamenco del rey; la nueva pareja fue destinada a Valencia, donde ella ejercería el virreinato y su esposo la capitanía general.
Al enviudar de nuevo, se acordó que Germana contrajera terceras nupcias con Fernando de Aragón, duque de Calabria, antiguo prisionero del Rey Católico que, sin embargo, gozó de los favores del emperador Carlos I.
Decidieron celebrar la boda en verano, en Sevilla. El 6 de febrero y el 26 del mismo mes de 1526, Carlos I ordenaba a Juan de Ayala, aposentador mayor, y a los otros aposentadores que aposentáis en la ciudad de Sevilla...que alojaran a Germana, mi muy cara y muy amada madre, en la Casa de la Contratación de las Indias durante el tiempo que permaneciera en la ciudad con motivo de los esponsales. Así pues, para dejar libre el edificio institucional, mandaba que todos sus oficiales se trasladaran a la casa de Pero Suárez de Castilla, nuestro tesorero, y resolvieran allí las audiencias, contrataciones, inspecciones y demás procesos administrativos. Además mandaba que se buscara un alojamiento decente y adecuado a su estado al obispo de Osma, mi confesor y presidente del Consejo de Indias.
Germana no sobrevivió a su tercer esposo, nuevo virrey de Valencia. Falleció en 1536. En su testamento se refería a la hija que había tenido con Carlos I como la Serenísima Señora Infanta Doña Isabel, hija de Su Majestad, a quien dejaba un collar de oro con perlas, el mejor que tiene......
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