Una de las figuras mas "ilustradas" - y quizá por esa razón, controvertida- del siglo XVIII fue Pablo de Olavide. Llegó a España en 1752 desde su Lima natal tras el devastador terremoto que sufrió la ciudad en 1746, en el que perecieron sus propios padres.
Promovió junto con Campomanes el establecimiento de núcleos de población en Andalucía y Sierra Morena. El fin de tal iniciativa obedecía a la necesidad de reducir los ataques del bandolerismo en el trayecto entre las provincias del sur de la península y Madrid.
Olavide fue nombrado Superintendente de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena en 1767. Su admiración por los enciclopedistas franceses y sus "ilustrados" hábitos de vida le valieron una condena por parte del Tribunal de la Inquisición en 1778. Utilizando el pretexto de su mala salud y la necesidad de tomar las aguas ferruginosas y no las sulfuradas, consiguió huir a Francia, donde permaneció varios años.
Como en todos los procesos, hubo testigos a favor y en contra del comportamiento público y privado del susodicho. ......Los empleados de Sierra Morena.......pareciéndoles propio de su obligación manifestar a V. Majestad el honor y vida cristiana con que su jefe se ha conducido....para que le sirva de defensa en la presente época de tribulaciones, en que según creen se halla preso por acusaciones falsas de sus enemigos...., aseguran a V.M., como testigos oculares que han sido de todas sus operaciones de nueve años a esta parte....,que siempre les ha parecido el hombre más estimable por su virtud, por su capacidad, por su madurez ......
Esta declaración formaba parte de un manifiesto enviado al rey Carlos III solicitando la suspensión de la condena a Olavide y la restitución en sus cargos. Veamos algunas de las razones aducidas:
Animaba a la aplicación y al trabajo con sus dulces y persuasivas razones a las mujeres mas ociosas de estas provincias vecinas, donde jamás habían tomado una azada en sus manos y miraban esta costumbre como horrible y afrentosa a su sexo. Las enseñaba a ser económicas y buenas madres de familia, a tejer lienzos y lanas, a devanar y encañar seda, a hacer encajes, a vestir trajes decentes y aseados. Y a las alemancitas (sic, niñas alemanas) además de esto, las obligaba a ir a la escuela y aprender el catecismo y la lengua castellana, ofreciendo premios a las que se distinguían en el trabajo, excitando así su emulación en estas y otras muchas maniobras mujeriles que siempre habían ignorado y ahora ejecutan con gusto e interés....
No se olvidaba de los ejercicios que contribuían a fortificar el cuerpo......, carreras a pie y a caballo, saltos de hombres y muchachos....que entretenían y hacían ágiles a estas gentes, a ejemplo de Cataluña y otros países de buenas costumbres, donde se usan entre la juventud.....
Sin entrar en detalles, el proyecto culminó con el establecimiento de familias de campesinos europeos (sobre todo, alemanes) en lugares seleccionados previamente, dando así lugar a nuevas poblaciones.
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