Parece ser que  la escasez  de cuchillos en América era tal que,  cuando el siglo XVIII daba sus últimos coletazos, el Príncipe de la Paz hacía importantes concesiones a varios comerciantes del ramo.

En marzo de 1797 Pablo de Guzmán obtenía licencia para embarcar 80.000 docenas de cuchillos flamencos de punta roma. El 26 de septiembre del mismo año se le ampliaba la concesión en 10.000 docenas más, además de 1.000 carradas de potes u ollas de hierro colado extranjero.

El 18 de mayo del año referido las autoridades peninsulares comunicaban a la intendencia de La Luisiana la gracia concedida a D. Juan Segalas, vecino de Cádiz, para que pudiera embarcar con destino a América 100.000 docenas de cuchillos flamencos,   pagando  los derechos correspondientes y haciendo efectivos por adelantado en la aduana de Cádiz los 140.000 reales que ha ofrecido para las urgencias de la corona.....

Mediante una Real Orden fechada el 22 de diciembre de 1797 permitía Carlos IV a las casas Galatoire y Laffore, con sede comercial en Cádiz, introducir en el reino 3.000.000 de docenas de cuchillos flamencos sin punta, con la condición de venderlos a los españoles  en los puertos habilitados del comercio de Indias.

Aunque datan de otra época muy distante de la que nos ocupa, no dejan de ser curiosas las siguientes consideraciones al respecto:

Los cuchillos......son de diversas hechuras según el uso....En Francia usan cuchillos muy delgados con vientre, que llaman trinchadores, cortando con ellos hacia adelante muy menudo....Y eso mismo hacen en Italia y en gran parte de Alemania y de Inglaterra..., haciendo los cabos de marfil guarnecidos de oro y plata.......Y en estas partes de España úsanlos más bastos y pesados, los cabos dorados y acanalados....Los moros no hacen uso de grandes cuchillos porque comen la vianda menuda y adobada y apartada de los huesos...... (fragmento de la obra "Arte Cisoria" de  D. Enrique de Aragón y Villena (1385-1434) , transcrita en 1763 por Francisco Javier de Santiago Palomares).

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