En medio de la ofensiva turca contra Viena, varios caballeros españoles acudieron en socorro del emperador Leopoldo I Antonio González y su yerno Alonso de Ulloa y Ribadeneira  hacían lo propio obedeciendo así las indicaciones  del duque de Béjar, Manuel Diego López de Zúñiga Mendoza, a la sazón general de la  caballería española. Ulloa comunicaba por carta al duque el gran recibimiento que les había brindado la corte austriaca allá por el final del verano de 1684.

Antonio González era ingeniero experto en  bombas y morteros.  Su misión en aquellas tierras era demostrar las propiedades de estas armas ante el propio emperador y sus generales. Alonso iba en calidad de  ayudante de su suegro, pero las  graves diferencias entre ambos no tardaron en aparecer y el de Béjar, después de mediar e intentar calmar los ánimos sin éxito, bendijo la expulsión de Viena de Alonso Ulloa, una vez  que Antonio González se ganó el parabién de la corte austriaca por su trabajo.

Parece que el escepticismo inicial de los prebostes austriacos se disipó cuando el ingeniero  hizo una exitosa  demostración.....Me dio Dios un buen suceso con una prueba que hice con dos morteros, uno de a 200 libras de peso, su bomba y otro de a 90 con el ajuste de hierro; y el grande con el ajuste de madera....Pues dentro de un jardín, en la circunvalación de 60 pasos, metí tres bombas de seis que tiré. Que no había de distancia la una de la otra más que 10 pasos, enterradas estado y medio de hondo, con un hoyo que se pueden enterrar y cubrir 30 hombres. Las otras tres fueron a parar a una pradería donde hicieron la misma operación. Y esto fue cerca de la batería porque lo quisieron ver de cerca. Aunque  los morteros estaban con la mitad de su elevación....tiraron sus bombas 3700 pasos, medidos por 5 personas.

La prueba se hizo delante de  su alteza real el hermano de la emperatriz reinante, del conde de Arac, de todos los consejeros de Guerra y Estado, del cardenal embajador de Roma y de lo más granado de la nobleza de Viena. A todos mis enemigos y a los ignorantes les dejé convencidos con la razón y la verdad.....Yo quedé victorioso y la nobleza contenta, satisfecha y determinada a que yo ejecute mis obras para ir a sitiar a Buda esta primavera.....

Precisamente en la conquista de Buda (capital de la Hungría turca)  perdía la vida el intrépido duque de Béjar, Manuel Diego López de Zúñiga. Era  el mes de julio de 1686 y su corazón se trajo a España (tal como había dispuesto en su testamento)  para ser sepultado en el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe.


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