Desde Granada se dirigían los Reyes Católicos al presidente y oidores de la nuestra Audiencia en Ciudad Real, deseándoles salud y gracia y encomendándoles la solución de un problema que preocupaba al vecindario de dicha ciudad...Y llamadas y oídas las partes proveáis sobre ello lo que a vosotros pareciere que se deba hacer...

Se había comenzado a construir en Ciudad Real un puente sobre el río Guadiana, cerca del molino que se dice del Arzobispo. Las obras se adjudicaron a unos canteros por cierta cuantía de maravedíes.  Tras la concesión de la oportuna  licencia  por parte de los monarcas para establecer un impuesto con cuyo importe costear las obras,  echaron 100.000(?) maravedíes de sisa, además de otras ciertas cuantías que tomaron prestadas de la Hermandad Vieja hasta completar el total ajustado con los canteros.

Pero, una vez recibida la cantidad acordada, los canteros no acabaron de hacer la dicha puente porque dijeron que perdían en ello muchas cuantías de maravedíes.  Las explicaciones que ofrecieron a las autoridades judiciales debieron ser convincentes  porque  se les dio por libres, a ellos y a los fiadores que  les habían avalado.

Para acabar las obras se necesitaban  80.000 maravedíes más. Y por que lo que está hecho en la dicha puente no se perdiese,  el concejo de la ciudad solicitó a los RRCC licencia para imponer una nueva sisa  por la referida cantidad....,por manera que la dicha puente se acabe (16 marzo 1501).

Nada que ver el presupuesto inicial de las obras públicas con el coste final. Parece que esta práctica generó buenos resultados (para algunos)  porque se mantiene en el tiempo.



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