Sentía Felipe II gran devoción por las reliquias de santos y mártires. En 1567 el Papa Pío V, a través de  un Breve, le otorgaba licencia para trasladar hasta Madrid,  desde sus lugares de procedencia,   esos restos incorruptos que luego serían colocados en el monasterio del Escorial.  

No podía hacer otra cosa el rey que mostrar al cardenal de Médicis (Fernando I) su infinita gratitud cuando éste le facilitó la adquisición de la media espalda de San Lorenzo, por ser tan grande la reliquia y yo tan devoto de este santo.....Y la parte que después habéis juntado con ello de la reliquia del mismo santo que estaba en el monasterio de San Lorenzo (Roma), estimo como merece una cosa de tanto precio. Y os quedo muy agradecido del cuidado y diligencia que pusisteis en procurarme este contento.....Lo que me escribís de haberse partido por medio el hueso de la espalda del santo antes de empezarle a cortar,  y no pensando partir tanto, es una de las circunstancias que lo puede hacer mucho estimar.......El último favor  que pedía el rey al poderoso cardenal era  que le mandase también prueba documental de la  autenticidad de los restos, todo ello a buen recaudo pero sin publicidad...

La primera etapa del periplo de las reliquias fue de Roma a GénovaAllí fueron recibidas por Pedro de Mendoza, embajador de Felipe II en aquellas tierras. El 31 de enero de 1585 el embajador escribía al rey comunicándole que el envío y un pliego en que creo van las llaves de la caja..., había partido de las costas de Italia con destino a España, en la flota del príncipe Juan Andrea Doriacon el sigilo y decencia que se debe.

Parece que, previendo el final de sus días (20 de agosto de 1598) el rey dispuso que el brazo de Santiago el Mayor, que conservaba en su caja de ébano guarnecida de oro,   tal como se lo había enviado el duque de Baviera, fuera entregado a la Orden de Santiago, concretamente al prior del monasterio de Uclés para que la reliquia se guarde con la veneración debida y se conserve perpetuamente allí...En ocasiones señaladas como la festividad de Santiago, podría ser expuesto en el altar el referido brazo, pero sin sacarlo de su caja de ébano. Además ordenaba que el prior de turno de Uclés, debería encargarse de llevar el brazo a cualquier parte y lugar de la provincia de Castilla donde se celebrase capítulo general de la Orden. Para mayor seguridad, la caja de ébano donde se guardaba la preciosa reliquia, estaba dentro de otra caja y ésta, a su vez, dentro de una tercera, cada una con su llavecilla en poder de distintos religiosos.

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