Ana Mónica de Zúñiga Córdoba y Pimentel (1623?-1690?) era hija única del marqués del Villar y de la condesa de Alcaudete, hija única a su vez,  por lo que a la muerte de sus padres, y siendo una niña, heredaba ambos estados. Falleció su padre en 1626 y hasta  mayo de 1631, fecha del deceso de su madre, fue ésta quien ejerció como tutora de la menor. En algún momento de ese intervalo de tiempo se encargó a un experto (de quien desconozco la filiación) que redactara un informe acerca de las conveniencias de casamiento de la niña.  Un curioso documento del que extraigo algunas ideas:

Por una parte, casarse con señor o heredero de gran casa tendría sus ventajas: mayor hacienda y rentas para vivir, dejar en herencia a los descendientes e incluso para disponer mandas testamentarias por el alma propia sin reparar en gastos. Sin embargo, el casamiento de la joven con un señor de casa grande,  tenía también inconvenientes:  estar  expuesta a las necesidades del marido y aún a la voluntad suya, además de las limitaciones para decidir sobre su propio patrimonio, a causa de  la reverencial obediencia  que debe la mujer a su marido.

La otra opción era contraer nupcias  con caballero de sangre o hijo segundo de casa señorial. En este caso habría que asegurarse de que los aumentos que (éste) trajese al matrimonio sean, en todo caso, para las casas de su mujer, aunque él herede las de su padre. Además sería preciso tener en cuenta otras  circunstancias del entorno del candidato, como pleitos o enemistades familiares que pudieran desembocar en  pérdida de rentas o patrimonio. 

Aparte de  lo referido y llegado el caso de tener que optar por una u otra alternativa, se tendría en cuenta   talla, salud, crianza e inclinación... de los candidatos,.....que no es lo que menos se debe mirar.....

Par concluir el informe su autor hacía una sabia recomendación: El mejor consejo fuera ir deteniendo esta materia hasta que la marquesa fuera creciendo...Pero si su madre y abuelos quieren ir tomando resolución, es menester ir despacio.......y pedir más individuales partidos.

Casó Ana de Zúñiga en 1636 con Duarte de Toledo y Portugal, conde de Oropesa, entre otras dignidades.


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