SITUACIÓN CRÍTICA DEL ERARIO REAL
Poco tiempo llevaba ocupando el trono Felipe IV cuando empezó a tomar conciencia del estado real de los asuntos económicos y sociales del reino de España. Del 30 de noviembre de 1622 data una carta que, a través de su secretario, Pedro de Contreras, enviaba el rey al conde de La Puebla de Montalbán. En ella exponía el estado en que había encontrado el reino, adjuntaba una relación de las soluciones que los expertos proponían y solicitaba colaboración para que, si se os ofreciere algo en razón de los puntos contenidos...para que el beneficio sea mayor, ...me lo aviséis....
Conde, pariente,......habiendo reconocido el aprieto de mi patrimonio, la despoblación del reino, la flaqueza del trato y comercio y la dificultad que hay para su restauración..., la falta de moneda....,la poca sustancia de mis vasallos, las necesidades que padecen a causa de las contribuciones que pagan, y también el poco ajustamiento con que los ministros inferiores proceden en la administración de justicia...así como por el excesivo número de ministros o funcionarios públicos que hay..., se hacía indispensable encontrar fórmulas....con gran deliberación y tiento...., por proceder los problemas de diversas y complicadas causas.....
Con buen criterio había resuelto el rey constituir comisiones de expertos en diferentes materias para tratar ...el remedio del aprieto de gente y sustancia.....y el alivio de mis súbditos, que es lo que principalmente deseo y procuro por todos caminos....Esas comisiones iniciales dieron lugar a la Junta Grande de Reformación que, siguiendo las directrices del valido Olivares (conde duque), estableció una serie de normas encaminadas a reducir el gasto y aumentar los ingresos de la real hacienda. Reducir el número de cargos públicos, recaudar impuestos de forma equitativa según la riqueza del contribuyente, proteger el comercio interior, prohibir las exportaciones, suspender los fueros y homogeneizar fiscalmente todos los reinos de la periferia con Castilla (lo que sentó muy mal a los catalanes y desembocó en la grave revuelta de 1640, cuyas consecuencias conocemos) fueron las medidas estrella que, con mayor o menor éxito, se pusieron en marcha.
Sobre el papel parece que todo iba por el camino adecuado, sin embargo los resultados no fueron los esperados. La nobleza se opuso a la aplicación de un impuesto a las grandes fortunas y a financiar un ejército común. En resumidas cuentas, por unas y otras causas, nada sirvió para detener el declive del reino y una recesión económica en la que se contaron cuatro bancarrotas.
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