OBRAS SOCIALES:

 Hace unas semanas dediqué mi artículo semanal a las actividades de la Sociedad Bascongada de Amigos del País allá por los años finales del siglo XVIII. Pues bien, hoy vuelvo  a las mismas fechas y a los mismos lugares para profundizar un poco en la sección que, dentro de  ésta y otras sociedades similares, estaba dedicada a  atender a personas   necesitadas y vulnerables. 

La labor de asistencia se gestionaba a partir de cuatro departamentos, cada uno de ellos a cargo de cuatro sacerdotes, cuatro mujeres de la clase de las ciudadanas y dos señoras de distinción. Todo el grupo conformaba una Junta directiva independiente de los demás departamentos. En un libro se asentaban por orden alfabético los nombres de los necesitados. Los sacerdotes se ocupaban de visitar y ofrecer consuelo espiritual a los pobres. Las cuatro ciudadanas tenían encomendado  informarse menudamente de la habitación, costumbres y necesidades de cada familia, visitándolas  y tomando notas para exponer las conclusiones en la reunión mensual que se celebraba en casa de una de las señoras distinguidas. 

Un día de cada mes las dos damas acudían a la casa del cura de la parroquia para interesarse por la evolución del  reparto de ayudas  acordado el mes anterior. Se contaba con diversas modalidades de socorro en función de las necesidades:

-Dar ocupación a los pobres hábiles en talleres, hilaturas..., a cambio de un salario. - Suministrar pan a bajo precio a los mas necesitados. - Reponer en el comercio a quienes hubiesen sufrido desgracias o pérdidas considerables. - Asistir a los enfermos con médico, cirujano, botica y caldo; y a los convalecientes con ración  de pan y carne diaria. - Dar leche y harina a los niños muy tiernos. - Rescatar a los pobres presos por deudas, si de ellos dependía la manutención de la familia. - Proporcionar aprendizaje a los muchachos cuyos padres no podían costearlo. - Señalar socorros a los que, además de pobres, eran viejos o enfermos, para que pudieran comprar el pan de la caridad y lo necesario. - Proporcionar  camas, vestidos, herramientas para trabajar...,pero  nunca dinero. - Abonar una parte (jamás el total) del alquiler de las casas de los trabajadores cuyo salario no alcanzase a cubrir los gastos necesarios.

Tanto alimentos como  muebles y  utensilios, se repartían por medio de libramientos impresos, dirigidos a los vendedores de estos géneros. Luego la Junta recogía el importe y pagaba según contrata. Los jóvenes aprendices estaban vigilados por las cuatro mujeres ciudadanas, que informaban a las señoras distinguidas  de su conducta y aplicación. Del rescate de los presos también se ocupaban las ciudadanas. Los enfermos y niños tiernos quedaban a cargo de las Hermanas de la Caridad y el dinero de los subsidios de los viejos y enfermos lo manejaban los sacerdotes.

Una estructura organizativa ejemplar dónde las mujeres desempeñaban  labores ejecutivas.



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