RENTAS DEL TABACO:
Volvemos a situarnos en el siglo XVIII, donde hemos visto cómo los beneficios de la venta de barajas de juego en Nueva España aportaba al erario real 560.000 reales netos cada año. Esta importante cantidad se podía considerar una auténtica minucia si la comparamos con la renta del tabaco, que es la que rinde mayor beneficio a Su Majestad. Y su producto líquido se remite anualmente a la península...
El tabaco que se cosechaba en Orizaba, Huatusco y Zongolica lo adquiría en su totalidad la corona, que pagaba a los productores a 3, 2 o 0,5 reales la libra de tabaco en hoja, dependiendo de la calidad (primera, segunda o punta fina). Después de procesarlo se vendía a 10 reales/libra a los consumidores. Con el fin de aumentar los beneficios se ha estancado también la manufactura de puros y cigarros (en 1769). El resto de productos derivados del tabaco estaban estancados desde 1765-1766, cuando la corona había tomado el control de las seis fábricas: México, Puebla, Oaxaca, Querétaro, Orizaba y Guadalajara.
El tabaco en polvo procedía en su totalidad de La Habana y el producto de su venta ascendía a 50.000 pesos; el tabaco en rama alcanzaba los 350.000 pesos; los puros 500.000 y los cigarros 5.400.000 pesos al año. En total 6.300.000 pesos fuertes (casi 50 millones y medio de reales. Ahí es nada). Los gastos se cifraban en torno a 2.800.000 pesos, entre salarios, materia prima y costes de producción. Visto lo cuál quedaban libres 3.500.000 pesos anuales o 280 millones de reales que iban a parar a las reales arcas.
En cuanto a los precios de venta, a partir de 1779 la libra de tabaco en polvo se vendía a 20 reales. Los puros, según el tamaño, se podían adquirir cinco, siete, diez o catorce unidades por medio real. Las cajillas de cigarros a 10 reales las de 33 cigarros, a 11, 13 0 14 (según calidad) las de 42 y a 12 reales las de 45 unidades.
El tabaco que se cultivaba en Luisiana no producía tanta rentabilidad, ya que, al parecer, se estropeaba con facilidad y se perdían importantes cantidades en la navegación, los caminos, bodegas y almacenes. Además no era del gusto de los consumidores de Nueva España. Para dar salida a las importantes cantidades que se habían comprado en la década 1778-1788, hubo que mezclarlo a razón de una parte del de Luisiana y cuatro del de México. Por ello , poco a poco, se redujo la adquisición de la materia prima en aquel estado hasta que en 1792 Carlos IV suspendía por completo los envíos a México, autorizando que solo vayan de la Luisiana a España 40.000 libras cada año con destino a la fábrica de tabaco rapé....Sin embargo, el limitado consumo que se experimenta, sin duda por su poco agrado...,obligaba poco después a la suspensión total de los envíos a la península ibérica.
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