DISCRIMINACIÓN FEMENINA POR LEY
Ana de León y su esposo, el boticario Bartolomé de Soto, vivían en la villa de Pastrana (Guadalajara), donde Bartolomé regentaba una botica de las mejores que había en toda aquella tierra. Cuando falleció el boticario, su esposa quiso mantener abierto el establecimiento pero otro varón del gremio le puso una denuncia y el corregidor ordenó el cierre de la botica en el plazo de dos días (5 de abril de 1605). Se basaba para ello en el contenido de la pragmática publicada en 1588, ratificada y ampliada en San Lorenzo el 2 de agosto de 1593, mediante la cuál se mandaba que ninguna mujer pudiese tener botica aunque fuese con oficiales examinados....,so pena de 50.000 maravedís para la nuestra cámara....
Ana apeló la resolución alegando que por ser muy costosa y de mucho caudal y valor no la había podido vender.....Y entretanto era razón que se gastasen las medicinas y que no se perdiesen...., porque eran de las mejores.....por la mucha cualidad y curiosidad y caudal del dicho su marido. Además, ella interpretaba que la ley se refería a las mujeres que quisieran abrir botica de nuevo, no a las que se hacían cargo de una ya existente. Por la misma causa quiso hacer valer la mucha experiencia que, a lo largo de 30 años, había adquirido ayudando a su marido, .....recaudando y haciendo dichas medicinas, convencida de que sabía más del oficio que otros que estaban examinados....
En vista de lo expuesto se alargó unos día el plazo permitiéndole dispensar fármacos hasta el domingo de Quasimodo que viene (primer domingo tras la Semana Santa). Pero Ana no estuvo de acuerdo y decidió contactar con el duque de Pastrana, a quien pertenecía la villa por razón de señorío. Éste accedió a la petición de la viuda porque las medicinas se habían hecho con mucha curiosidad y limpieza, conforme al arte de medicina....Y porque era de provecho a la república que el establecimiento siguiera funcionando, máxime cuando había enfermos críticos cuya vida dependía de las fórmulas magistrales que allí se preparaban. Tal resolución no sólo enfadó al denunciante sino también al juez ordinario que había pronunciado la sentencia de clausura. Empezó así un largo proceso en la Audiencia de Valladolid.
Ana de León peleó en los tribunales por mantener su botica abierta, incluso renunciando a la propiedad de la misma en favor de su cuñado y aceptando solamente el usufructo para excusarse de venderla por junto, ni cerrarla ni dejarla perder...Pero todo fue inútil, el 28 de abril de 1610, tras cinco años litigando, se pronunciaba la sentencia firme y Ana tuvo que buscar un cesionario que se hizo cargo de la botica heredada.
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