HOSPITAL GENERAL DE MADRID. Tercera parte:

Los enfermos destinados al tercer piso del hospital sufrían algunas incomodidades, así  por la distancia a que están de  las oficinas como por los muchos escalones que deben subir. Estos inconvenientes quedarían subsanados a la conclusión de las obras, entonces también quedarán cerrados e inservibles los sótanos que  se utilizaban  como almacenes.

Distaba el hospital un corto paseo del río Manzanares pero no toma de él el agua que necesita, ésta le viene por cañería separada en cantidad suficiente para satisfacer las necesidades del centro sanitario, incluso para sofocar un incendio si se diese el caso. Había  fuentes en el patio, las salas  y en las demás  oficinas. En el momento en el que se redactó el memorial (17 87)  no contaba con pieza destinada para el baño, ni se echa de menos, pues los enfermos que necesitan este remedio lo toman junto a su misma cama en baños de cobre que, por medio de ruedas se conducen a las salas....El agua caliente la subían de la cocina los practicantes o los encargados de la limpieza. 

Para que no les faltase  nada a los pacientes  pobres,  había repuestos de camisas del mismo  lienzo que las sábanas para surtir  a quienes no las tenían  propias  y así  mudarlas cuando era necesario. También había  gorros para la cabeza aunque generalmente no se usaban.  En lo que se pone especial cuidado es en cambiar las sábanas a los que padecen diarreas, una y muchas veces al día, entrometiendo pellejos de carnero, muy oportunos en estos casos.

Disponía el hospital de botica y lavadero propios; la botica dentro de la casa y el lavadero en el río Manzanares, donde había  un paraje señalado para tal fin, con una pieza para la lejía,  un lugar para custodiar la ropa y terreno suficiente para tenderla. Antiguamente había panadería pero se eliminó por no producir las utilidades que se creían.  Desde entonces suministraba  el pan un asentista bajo   las condiciones que se le imponen y a un precio ligeramente inferior al que se vendía en los despachos.  La carne se trae del abasto, teniendo preferencia el hospital para elegir las piezas.  Los demás víveres los suministraban  también asentistas, con los que se negociaba  para que con la economía posible, nada le falte al pobre.

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