LAS OBRAS Y SUS COSTES:
Al fundarse la comunidad de los Padres Misioneros del Salvador del Mundo (1644), se les asignó como sede provisional el convento de la Concepción Jerónima, en la madrileña calle de Toledo. Algunos años después (1658 ?) edificaron casa e iglesia en unos solares propios del fundador, Diego Liñán, en la plazuela del Ángel. Tras la expulsión de los jesuitas en el siglo XVIII, Carlos III ordenó el traslado de los padres misioneros al noviciado de San Ignacio en la calle de San Bernardo (1767). Pero antes de este último cambio de sede, en la iglesia que habían edificado casi cien años antes, bajo la advocación del Salvador del Mundo, se llevaron a cabo reformas importantes en el oratorio y el refectorio y se consolidaron los cimientos.
La dirección de las obras corrió a cargo del arquitecto Ventura Rodríguez, que lo hizo con el mayor esmero y sin interés alguno, razón por la cuál los padres misioneros le hicieron generosos y caros regalos:......Una caja de oro y plata, de moda en París, media arroba de tabaco en dos latas, dos piezas de holanda rica y una de cambray, mas dos pares de vueltas y chorreras bordadas de Sajonia, mas una docena de pañuelos de seda, mas dos arrobas de chocolate y 100 doblones en escudos metidos en la caja de oro y plata. El coste total de los regalos ascendió a 9.067 reales.
El pintor del rey, Luis González Velázquez, pintó al fresco la media naranja y bóveda de la iglesia del Salvador del Mundo. Se le pagaron 9.000 reales de vellón por su trabajo y también fue obsequiado con algunos presentes: Una caja de plata sobredorada, un bote con cuatro libras de tabaco, ...una arroba de chocolate y media docena de pañuelos de seda...., todo en una bandeja de charol sobre cobre, valorado todo ello en 859 reales.
El coste de las obras estimado inicialmente por el arquitecto fue de 55.000 reales vellón, que se convirtieron en 157.176 r. a causa de los imprevistos surgidos.
Lo mismo ocurrió con la cantidad que presupuestó el adornista Miguel Jiménez para las mesas de altar, columnas, capiteles, balaustradas, cornisas...La cifra inicial de 60.000 reales se disparó hasta 109.382 al finalizar los trabajos.
La mayor parte de los gastos se sufragaron gracias a donaciones, en especial la realizada por Dña Manuela Ana Gonzalo, que se desprendió de 241.464 r.v. para la causa.
La comunidad de religiosos obtenía ingresos también por el arrendamiento de sus propiedades (ejem. el alquiler de un cuarto bajo o tienda, con su habitación alta en la calle del León, esquina a la de Cantarranas, ascendía a dos reales y medio diarios en 1776). Aún así los misioneros tuvieron que recurrir a un préstamo de 16.000 reales que les hizo D. José Arroyo, vecino de Madrid y propietario de un comercio de paños.
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