Desde que el mundo es mundo y existe la enfermedad, todas las civilizaciones, sin excepción, aspiraron a curar y mitigar el dolor de los enfermos. Para ello, se sirvieron de  tratamientos de muy diversa índole y de curiosos  fármacos de origen vegetal, animal o mineral, cuya efectividad real,  analizada desde el siglo XXI,  debió ser mas que dudosa.

En cualquier caso, todo ello merece respeto porque  se trataba   del  conocimiento, la ciencia  de la época y estaba al servicio de la sociedad.

El Beato  Padre Gregorio López  redactó  un tratado de enfermedades y sus remedios allá por los años finales del siglo XVI. En la misma línea que sus antecesores en la materia, se dedicó a copiar a otros autores y hacer un compendio de lo que, a su juicio, era mas interesante.

Además de los tratamientos, resultan curiosas  también las definiciones   de la enfermedad.

...El catarro es humedad que cae del celebro al pecho....

Cicatrices son señales de heridas o llagas; es bueno orines de muchacho cocidos con miel en un cazo de cobre....o ceniza de caracol quemado con su carne mezclada con miel.... (esta última receta sirve para corregir cicatrices en los ojos ?)

Gangrena es mortificación de la parte carnosa, a diferencia del fuego de San Anton que es muerte total de todo el miembro...

...Sangre de palomino caliente, como sale de las venas debajo de las alas, aprovecha a heridas que penetran hasta el celebro....

....Pólipos de narices son hinchazones parecidos a la carne del pulpo....

La sarna procede de humores corruptos engendrados en el hígado.

Lo que hoy día sería diagnosticado como infección de oídos, en el momento al que nos estamos refiriendo, se trataría, según el criterio de uno u otro  galeno, con alguna de estas posibilidades:  ....zumo de hojas de olivo....., pez molida y destilada con aceite rosado...., zumo de cebolla, sal y hiel de toro (todo ello mezclado)....leche de mujer o cabra...., mocos de herrero que sean molidos sutilmente y cocidos en fuerte vinagre y puestos  (en los oídos).

Seguramente, antes y ahora, la fe es capaz de mover montañas.