D. Pedro Melo de Portugal, virrey de Buenos Aires, falleció en abril de 1797. En sus horas postrimeras quiso dejar constancia del respeto y afecto que sentía por los monarcas Carlos IV y María Luisa de Parma, así como por el valido del Rey y favorito de la Reina, Manuel Godoy. Así pues, encargó a su confesor que les fuesen enviados, de su parte, unos curiosos presentes: dos pájaros singulares para Sus Majestades y un monito cabeza blanca para Su Excelencia (Godoy).
El encargado de cuidar a los animales durante el largo pasaje y de conducirlos a su destino, sería D. León Altolaguirre, funcionario colonial y persona de confianza del finado, pues está próximo a partir en el paquebot correo El Aguila.
El 6 de octubre de 1797, mientras el navío surcaba el Atlántico, D. León se veía obligado a escribir al Príncipe de la Paz para comunicarle la triste noticia de que el pajarito que iba a deleitar con su canto y vivos colores a la Reina María Luisa se desgració por los rigores invernales. Sin embargo, se hallaban en buena salud el otro ave y el tití cabeza blanca, que pronto serían entregados a sus ilustres destinatarios.
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