El intercambio de conocimientos entre culturas siempre resulta enriquecedor. Eso mismo debieron pensar los  asesores de Felipe II  con ocasión de formar para S.M. una biblioteca en San Lorenzo del Escorial;  por esa razón se trajeron algunas noticias de los libros de los indios....

Ejemplares manuscritos  acerca de las costumbres de los indígenas, cuyos autores, en general, eran clérigos procedentes de España que se habían embarcado con el noble (??)  objetivo de cristianizar a las gentes de los territorios que la avanzadilla militar iba conquistando. 

 No se puede negar, en manera alguna, el incalculable valor de esos textos como fuente de conocimiento. 
En uno de los ejemplares se describe una  enfermedad de los ojos.....mas frecuente en la China que en Europa y el curioso tratamiento que, al parecer, conducía a su curación.
....Consiste en un afecto vicioso de los ojos, que ven bien entre día, menos por la tarde y nada por la noche......El que está molestado de este mal tiene los ojos muy abiertos y no ve; no siente en ellos ni inflamación, ni calor ni prurito alguno.......En entrando la noche, aunque le acerquen una vela encendida, no ve nada, y en lugar de la vela, ve como un globo grande de fuego, como de color negro. Esta debilidad de la vista indica que, habiéndose aflojado la membrana de la retina con alguna obstrucción, no puede por falta de resorte, sentir las ligeras impresiones de los rayos visuales ni moverse sino con rayos muy fuertes...y en llegando la mañana tiene la vista muy buena.

En China, el tratamiento que se administraba a los pacientes aquejados de la referida patología, consistía en lo siguiente:  Se toma el hígado de un carnero u oveja que tenga la cabeza negra, se corta con un cuchillo de caña de indios o de madera dura, se quitan los nervios, los pellejicos y las venas, luego se rodea todo con una hoja de nenúfar habiendo echado sobre ella salitre bueno. Se pone todo a cocer  a fuego lento y se menea frecuentemente.  Los vapores que exhala la pócima al hervir, son los que debe recibir el paciente en sus ojos, manteniendolos  bien  abiertos y con un lienzo colocado sobre su cabeza para evitar que se disipen. Al cabo de pocos días ....se hallará bueno el doliente.
Otros aconsejan que se coma el hígado y se beba el caldo pero no es necesario....



( Extracto de un texto copiado del original. La copia carece de fecha y el autor es anónimo. Presumo que data de principios del siglo XVIII).

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